Igualdad

Hace unos años se aprobó la ley para el matrimonio homosexual en Colombia, un país muy parecido a Perú tanto en personas como en cultura y hasta costumbres del día a día. Mientras eso sucedía en días previos al día del orgullo gay, un actor del medio local decidía confesar que era homosexual obteniendo todo calibre de respuestas por Twitter. Fue una confesión que generó muchísimo eco en casi todos los medios generando desde grandes muestras de apoyo hasta insultos inimaginables. Lo sorprendente es que la mayoría de las que estaban en contra lo ninguneaban y hasta indicaban que debería de retirarse de su trabajo en señal de total estupidez colectiva.

Personalmente, no creo que ser homosexual sea algo erróneo, repudiable o hasta lamentable. Quien decide algo sobre su vida (en general) y si esta decisión no afecta y/o atropella los derechos de otro, es algo totalmente aceptado. Lo que menciono es la base de toda sociedad, es el derecho de tener una opinión pero el deber de respetar el derecho de otro.

Es bueno reconocer que existen en la religión católica personas abrumadas por el fanatismo que indican que toda persona homosexual es una mala influencia, es un ser maligno en el mundo, alguien que destruye el concepto de familia y que insulta el concepto del ser humano. Por estas personas llenas de miedo y odio, pido perdón ya que se entiende el porqué la comunidad homosexual puede llegar a odiar a cierta parte de la religión.

Sin embargo, cuando veo que algunas personas que indican defender el pensamiento de una persona homosexual y califica de arcaica a la iglesia o que todo es parte de un plan siniestro para que ellos no puedan casarse indicando que es una institución intolerante hago un alto. Esto se debe a que he podido ser testigo que esto no es tanto así. Por ejemplo, el besarse en frente de una iglesia en señal provocativa es tan intolerante como los actos que los motivaron a reclamar. Esto se debe a que, desde la perspectiva de esta religión, ellos no reconocerán esto como matrimonio; aún así, estoy de acuerdo en que esto no debe ser motivo para ningunear a que una persona homosexual no tenga derechos.

Prueba de lo que menciono es que cuando iba a la iglesia en mi niñez y era un participante activo de la misma, pude ver como un homosexual formaba parte de la parroquia ayudando a la pareja de ancianos encargados del mantenimiento de la misma. Él no era juzgado, ni obligado a alejarse del resto, él formaba parte y los sacerdotes hablaban con él con total naturalidad. Hasta el día de hoy forma parte de la iglesia y nunca ha sido discriminado.

Considero que toda persona (sin importar el sexo) debe tener todos sus derechos: a estudiar, a tener beneficios sociales, a reclamar herencias, a casarse y hasta tener hijos. Sin embargo, todo esto debe hacerse de a pocos y siempre viendo la realidad de la sociedad en donde se quiere aplicar estas leyes que implican un gran cambio en la misma. De nada sirve reclamar tolerancia si siempre se está insultando (hablo esto para los dos bandos), si nadie quiere encontrar un equilibrio y una forma de que, respetando ambos puntos de vista en ciertos aspectos, se pueda llegar a un acuerdo que beneficie a todos. Si una idea se quiere imponer en su totalidad, pierde sentido hablarlo ya que solamente se generará más pelea.

El cerrarse en un concepto y el estar en un extremo es algo dañino para todos. Deseo que todo mejore, pero para eso hay que tender puentes, no insultos. Ponerse en la perspectiva del otro, abrir la mente, entenderlo y luego poder buscar una solución equitativa. Al final, todo depende de una sola cosa: el saber escuchar.

Hace un año, prendí la TV a esta hora y al revisar las noticias me quedo sorprendido por lo que veo: 50 personas homosexuales han sido asesinadas en Estados Unidos. La intolerancia no se acaba con aprobación de matrimonios (ya que eso es solo un primer paso), sino con educación, respeto y con real compromiso de todas las partes.

Cambio y Fuera.

["Discriminar, eso no está nada bien. Ante los ojos de Dios, todos somos iguales"]

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