Minimalismo (o algo muy cerca de serlo)
Alberto se emociona al leer nuevamente la respuesta de Karen en aquella notificación color verde que aparece en su celular: - ¡Buenazo!, nos encontramos allá. Hace unas semanas coincidieron en una aburrida reunión de un amigo en común en donde este inauguraba su departamento. Ninguno de los dos fue con expectativas, pero esta sensación era más evidente en Alberto quien hace casi tres años había terminado una larga relación por lo que los temas amorosos, románticos y hasta perversas y despreocupadas jornadas sexuales le habían hastiado un poco. Quería avanzar y sabía que no necesariamente más personas y más lugares contribuían a en ello. Ahí, en medio del olor a cigarro, sonido de botellas, vasos con chilcanos y con una meza llena de queso ya que todo el mundo se acabó el cabanossi, apreció la silueta de Karen, despreocupada muchacha pero de sutil y cadencioso andar que demostraba en su forma de hablar su inteligencia y belleza. Quizás los principales atractivos que, a determinada edad