Carta a Lucila
Estimada Lucila: ¿Recuerdas aquella conversación en la playa en esa fría noche? ¿Aquella en dónde arruinaste tus zapatos y me prometiste tejerme una chalina que al final no la hiciste, pero me la terminaste comprando junto con una chompa roja?. Si, fue aquella en dónde quise enseñarte a lanzar piedras mientras nos contábamos como eran nuestros días en aquel entonces. En dónde por primera vez nos dimos un abrazo y en dónde, a pesar de haber hablado tanto por tantos años, pudimos tener una conversación real, única y agradable que fue lo suficientemente terapéutica para continuar con nuestro día a día. Te menciono esto porque en estos momentos estoy sentado aquí mismo y veo parte del paisaje con ya algunos años de más y muchas cosas resueltas, pero otras más por resolver. Aún así, te permito estar a mi lado en la forma de estas palabras. Recuerdo como fue la primera vez que fui a tu casa, como mi sorpresa de llegar a una zona totalmente inexplorada por mi entonces limitado conocimiento de