Carta a Lucila



Estimada Lucila:

¿Recuerdas aquella conversación en la playa en esa fría noche? ¿Aquella en dónde arruinaste tus zapatos y me prometiste tejerme una chalina que al final no la hiciste, pero me la terminaste comprando junto con una chompa roja?. Si, fue aquella en dónde quise enseñarte a lanzar piedras mientras nos contábamos como eran nuestros días en aquel entonces. En dónde por primera vez nos dimos un abrazo y en dónde, a pesar de haber hablado tanto por tantos años, pudimos tener una conversación real, única y agradable que fue lo suficientemente terapéutica para continuar con nuestro día a día. Te menciono esto porque en estos momentos estoy sentado aquí mismo y veo parte del paisaje con ya algunos años de más y muchas cosas resueltas, pero otras más por resolver. Aún así, te permito estar a mi lado en la forma de estas palabras.

Recuerdo como fue la primera vez que fui a tu casa, como mi sorpresa de llegar a una zona totalmente inexplorada por mi entonces limitado conocimiento de las calles de la capital me hicieron preguntarme si podría salir inmaculado de tan tranquilo, pero inhóspito lugar. Usamos muchas veces esa historia para sacer carcajadas a personas de nuestro entorno familiar, amical y varios otros tantos de los innumerables lugares que exploramos juntos.

No obstante, también recuerdo aquella primera discusión en donde me rehusé a irme y elegí quedarme a tu lado para que te tranquilices. Te sorprendió mi paciencia y apertura a la resolución del tema, pero más me agrado el como esa furia y frustración ante lo ocurrido (que no tenía nada que ver conmigo) se fue disipando hasta encontrarte nuevamente en nuestras risas improvisadas.

¿Sabes? Si bien hubieron malos ratos que desencadenaron nuestro alejamiento, lo primero que se viene a la mente son todos los buenos. Las risas, las bromas y muchas otras cosas más que harían este texto interminable, pero que me demuestran la gran persona que eres y que lo fuiste para mi en ese entonces. Hoy ya no es así, en lo absoluto, pero me sería imposible odiarte o dar un mal comentario sobre tu persona. Fue precisamente el tiempo y una despreciable persona con actitudes destructivas y orgullosas lo que me permitieron entender la belleza de nuestros errores y la lección de nuestros conocimientos.

El otro día y de manera casual mediante mi mejor amigo, me encantó el verte sonreír en fotos de tus proyectos actuales de vida y me generaron una enorme satisfacción porque si hay alguien que hace las cosas bien en este mundo, pero principalmente sin dañar a nadie, eres tú. Tu principio de justicia y sapiencia es algo que en su momento me hicieron enamorarme de ti y que hoy, es algo que admiro y me agrada que no se haya perdido. 

Te vi aquel día comprando máscaras y sé que me viste, pero decidiste retirarte. Lo respeté, pero no sabes como me hubiera gustado coincidir y decirte un enorme "Gracias, cuídate mucho" por todo lo que hiciste y no hiciste en el tiempo de vida que nos tocó compartir. Hoy cada uno sigue su camino, a su manera, felices, pero principalmente, sin rencor. Hoy me toca despedirme en estas líneas, mirando al mar en aquella playa que comenté al inicio y me imagino como coges tus zapatos dañados, caminas en otra dirección para encontrarte con el que te acompaña ahora con una sonrisa enorme y bosquejas a los lejos un adiós sincero y esperanzador para ambos. 

Solamente, gracias. Seguimos en nuestros caminos ahora y, al menos para mi, me gusta que en algún momento estos se cruzaron y fuimos felices. Sin embargo, ahora nos toca continuar siéndolos en lo que queda del trayecto, cada uno por su lado.

Cambio y Fuera


"Poder decir adiós, es crecer"


Comentarios

  1. Anónimo31/7/23

    Esa escena de La La Land es la mejor para resumir lo que algunas personas hicieron en nuestras vidas, no lo hicieron a propósito pero se volvieron inolvidables. Y me pregunto ¿vale la pena aún cuando haya sido efímero?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola!

      Yo pienso que el paso de alguien en tu vida, sea efímero o no, deja enseñanza y si en ese lapso marcan muestran vidas, valen muchísimo. Pueden enseñarte y ser un enorme "si, quiero esto en mi vida" o un poco agradable "no quiero esto en lo vida". Asimismo, creo que ya es elección de uno hacer las cosas para quedarse en la vida de quien aprecia, pero también permitir que otro se quiera quedar si es que sus aportes son importantes para nuestra vida.
      En resumen, todo nace en permitirse sentir y generar vínculos de forma responsable.

      ¡Gracias por el comentario!. No te olvides de revisar, compartir y comentar en otros post. Un abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario

¡Comenta!, así ayudas al blog a mejorar. Si no tienes cuenta de google deja tu nombre para saber quién eres jeje

Los post más leídos

¿Bailamos?

Las 5 peores canciones de Arjona

Un sueño Mundial - Episodio II: El imperio Inca Contraataca

CAPITULO I: Invitarla a Salir