Influencia

¿Es bueno volver a dónde uno fue feliz? Los más optimistas dirían un "si" casi de inmediato; sin embargo, yo me animaría a decir que "no necesariamente". El tiempo es quien ha hecho que cambie de perspectiva y que pase de la primera a la segunda respuesta al tomarme un segundo más en responder y recordar, en aquel corto lapso, cosas que no deseo que regresen o volver a lugares que hoy no aportarían mucho.

Recuerdo, por ejemplo, aquel bar del centro de Lima en los últimos pisos de un edificio con arquitectura colonial y de un ascensor más que peligroso. Hubo jornadas dignas de una cobertura periodística adornadas con alcohol (medianamente controlado), pero también de música, muchísima música que hizo que cada día que iba sea diferente al apreciar no solo nuevas personas, sino nuevos sonidos que ampliaban mí siempre curioso gusto musical. Conforme fueron pasando los meses, aquellas canciones nuevas ya eran cada vez más conocidas, los nuevos rostros ya eran los de siempre y las actividades y finales de la noche eran sumamente parecidos. Me sentía como Bill Murray en aquella película en dónde repetía una y otra vez el mismo día y que, por más que hiciese alguna nueva actividad para poder resolver el acertijo de vivir el tiempo una y otra vez, siempre sentía que algo no encajaba en su totalidad. Fue así como un día me fui para nunca más volver bajando por aquellas escaleras mojadas (espero que con agua) poniendo en riesgo mi vida y rezando que no termine en un piso inferior con algún hematoma. Esta semana pasé por ahí, vi como las luces y música suenan en alto volumen y algunos atolondrados jóvenes ingresan con mucha ilusión, pero el lugar ya no es el mismo ni en nombre, ni en dueños ni en tiempo. Ni para mí.

Se viene a mi cabeza aquella esquina en dónde me tomé una foto con mi entonces enamorada. En como caminamos largas horas, nos quejamos del dolor en los tobillos, pero nos burlábamos uno del otro compitiendo tontamente por ver quien tenía más resistencia. Recuerdo que aquella noche salió luna llena y que al tomar aquella foto (que ahora solo está almacenada en mi memoria) nos demoramos casi 10 minutos en hacer que nuestras sonrisas salgan naturales, no se note nuestro evidente cansancio y pueda notarse en un selfie el reflejo del astro nocturno que resplandecía al medio del cielo. Al ver como salió la foto con aquel celular de "alta gama" de aquel entonces, nos sorprendimos por lo bien que nos veíamos y no dudamos ni un segundo en publicarla en nuestras redes sociales y etiquetarnos. Por un tiempo, aquella foto se volvió hasta nuestra foto de perfil. Hoy, en aquella esquina han construido un edificio multifamiliar que hace que la visón de la luna resplandeciente sea mucho más compleja y aquellas dos personas sean dos completos desconocidos.

Finalmente, se me viene a la mente estar en la sala de mi casa con unos cortos y alegres 8 años de existencia corriendo por aquellos muebles rojos que estaban desgastados mientras mis tres hermanos y primo veían TV. Recuerdo como mi hermano mayor ponía un VHS en el reproductor para poder grabar los videos musicales de los artistas de aquel entonces y en como el escuchar el rock progresivo de mi primo, la trovas y música compleja de mi hermano mayor, la salsa y música popular de mi otro hermano, se concentraron en mi haciendo que tenga una amplia memoria en canciones, discos, años y gustos musicales. Podría escuchar The Beatles y The Cranberries, pero luego podría emocionarme con Salserín y Niche no sin antes quedarme impresionado por un joven Andres Calamaro y Sabina con Fito Páez en un hit veraniego. Hoy cada uno sigue su vida con aciertos y desaciertos, ya no se graba la música ya que todo está en internet y aquellos muebles rojos fueron donados a una asociación de caridad.

Podría mencionar gratos e innumerables recuerdos tanto buenos como poco agradables, pero lo que no puedo negar es que, de una u otra forma, esos lugares, sonidos, personas y objetos fueron una influencia en quien soy hoy y eso es lo que en un momento perdí de mi brújula de vida queriendo cambiar algunas cosas y cayendo en el absolutismo de una mala influencia que buscaba negar lo que un día fue y fui. En estos días tengo este pensamiento más presente y curiosamente han regresado personas del pasado y las del presente se han manifestado haciéndome recordar que siguen aquí por quien yo era, por lo que les aporté, pero principalmente, por quién soy. Un buen amigo en un almuerzo que tuvimos hace unos días me dijo, quizás, las palabras más hermosas que no había oído hace mucho: "Cuándo te sientas mal, llámame". Cuanta verdad, profundidad, sensibilidad y simpleza en unas cuantas letras.

Los recuerdos influyen en el ser que eres hoy y eso, bueno o malo, como lo quieras ver, no va a cambiar tu presente, pero depende de ti cambiar el presente para poder hacer un futuro. Uno en dónde no seas el mejor en todo, pero seas superior a quién eres hoy. Simplemente, un día a la vez.

¿Les confieso algo? Hoy retomo escribir porque si hay alguien por quien escribo, por quien nacen estas líneas y por quien quiero seguirlo haciendo es por mí. Este mi lugar feliz. Es en dónde pongo todas mis influencias.

Ahora les pregunto, ¿es bueno regresar a dónde uno fue feliz? Pues como les dije al inicio, "no necesariamente", pero complemento esta respuesta con un "pero escribiendo si lo soy, así que aquí sí".

Cambio y fuera.

"Si yo fuera otro ser no lo podría entender,
pero es tan difícil ver si algo controla mi ser"


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