Cuando calienta el sol
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¡Qué calor! - Hey Arnold - S01EP06 |
En una ciudad en donde se carece de espacios abiertos y áreas verdes, el verano pega de una manera más que insoportable. Podemos hablar del largo historial de oportunidades que han tenido las autoridades locales sobre la planificación urbana, pero eso dejémosle a algún experto que pueda fundamentar la más que perceptible falta de sombra en Lima. Curiosamente, el aniversario de la ciudad es en verano y es el mes en el que menos orden se ve en la ciudad. Ante todo esto, es normal que un ciudadano limeño promedio deteste el calor infernal en un día de la semana y se queje constantemente de la incómoda situación por lo que, en consecuencia, el escape a las playas de su litoral o al Sur de la capital es más que una acción necesaria.
En mi caso, la relación con el calor es algo peculiar. Mi capacidad de sudar es muy alta, por lo que las actividades deportivas dan como consecuencia un desgaste significativo tanto en mi rendimiento como en el uso, lavado y mantenimiento de mi ropa. Soy de aquellos que cuando toma un auto cree que si ordena a que su cuerpo no sude este no lo hará cuando realmente no hay base científica que apoye tan absurda e hilarante creencia la cual es demostrada en una cabeza húmeda y la sensación de bochorno infernal e interminable que empaña hasta a mis lentes. Algo así como Majin Buu cuando se enoja.
No obstante, he podido ir haciendo las pases con el sol con el paso de los años. Era de aquellos que le encantaba el lúgubre y melancólico paisaje lluvioso y gris de Lima (el cual es y será siempre muy hermoso en cierta medida), pero debía tener un toque de realidad ya que el otoño y primavera dura, con suerte, un mes y medio por lo que vivimos una polarización hasta en las estaciones. La única polarización en Perú no provocada por Keiko (¿?). En tal sentido, debí preguntarme si el verano era realmente insoportable o era el yo el que hacía que todo lo que hacía a mi alrededor sea insoportable.
A fin de cuentas, he aprendido a amar el verano. A comer mi helado rápido para que no se derrita en mi mano, al uso de bloqueador, a entregarme al bochorno sin mesura y usar mis lentes de sol para poder mirar más de una cuadra sin dificultad. Además, el verano por aquí tiene ingredientes adicionales como el escuchar la característica corneta de una marca tradicional de helados, las raspadillas (que es hielo seco bañado en cremas de frutas), nuestro siempre delicioso ceviche acompañado de una tradicional cerveza que fomenta la amistad en su logo y el agradable paisaje de los atardeceres que hacen que el cielo tenga colores encendidos muy hermosos.
Soy consiente que hay más de mil razones perfectamente fundamentadas para detestar el verano limeño, pero sería muy tonto enfocarme solamente en lo malo y en no apreciar que, aún con todo ello, hay cosas que permiten hacer más que llevadera esta peculiar etapa, tal cual como en nuestras vida. Ningún verano es tan reconfortante y hermoso sin atesorar el frío invierno Al final, de nosotros depende llegar a alguna estación y atesorar un poco más el día independientemente de su clima. Nosotros no controlamos el clima, pero si como nos impacta, como todo lo que sucede alrededor de tu vida.
Hasta el más frío de los inviernos termina en algún verano y si este todavía no llega, es porque estás en el tranquilo otoño. Espera, atesora el paisaje y prepárate para el imperdonable calor de un próximo verano en tu vida. Sin embargo, no permitas que la claridad del paisaje te confunda ya que todo es transitorio, pero no eterno.
Cambio y fuera.
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