Pasión de Multitudes
Cuando era niño, mi vida sólo se resumía en las tareas de Personal Social, jugar con los juguetes en la terraza de mi casa con mis amigos o salir a pasear en bicicleta. Pero una historia aparte para todo niño es la manera en que descubre el deporte que nuestros padres, hermanos, primos e incluso algunas mujeres, tienen fe a pesar de ser desilusionados una y otra vez: El fútbol.
En el año 1997, lo único que sabía de deportes en general era que Brasil era un equipazo de fútbol y Michael Jordan era un dios del basketball. Era simpatizante de un equipo de fútbol Limeño tradicional sólo para que mi hermano mayor no me agarre de saco de arena y me propine golpes arremedando el conocidísimo "Meteoro de Pegaso". Obviamente, esto juego no era muy disfrutado por mi pequeño ser.
Era el 8 mayo de 1997 era para mi un día común y corriente. Pero por alguna extraña razón, me llamó la atención que mis hermanos estaban viendo el televisor muy atentos un partido de fútbol. Cuando uno es niño tiende a imitar a los mayores, así que me senté junto a ellos y aprecié el partido.
Estaba sentado en el piso y conforme avanzaba el partido, mi hermano mayor me explicaba de que trataba cada jugada y de las reglas simples de aquel curioso juego que, para mi entonces, consistía en correr detrás de una pelota en un parque con rayas blancas.
Por alguna extraña razón, le tomé mucha atención a una jugada. Los jugadores de celeste corrieron muy rápido, dando pases certeros. El comentarista se emocionó mientras narraba, mis hermanos gritaban "¡Ya!" mientras se formaba una sonrisa en su rostro. En ese instante yo también me paré. No sé por que lo hice, simplemente me emocioné y seguí viendo con atención aquella jugada.
Un jugador del equipo celeste, quien tenía una manera muy graciosa al correr ya que parecía que bailaba y saltaba a grandes distancias, tocó el balón de una manera simple, fina, pero con potencia haciendo que el arquero se arrodille molesto y decepcionado consigo mismo. "¡Goooooool!" se escuchó en toda la cuadra, todos se abrazaron y la alegría fue inmensa. Lo curioso en ese momento en mi casa, es fue el que grité el gol muy fuerte hasta saltar y abrazar muy fuerte a mi hermano mayor, sino que por alguna incomprensible razón me puse a llorar agradeciendo a Dios la increíble emoción que pasaba por mi pequeño ser en ese momento. Es algo que hasta el día de hoy no le encuentra explicación.
A partir de ahí, me volví fanático de aquel equipo al cual, curiosamente, la mayoría de mi familia por parte de padre es hincha. Por arte de magia, la selección de fútbol hizo unos partidos extraordinarios ese año, los que vi y también grité los goles con mucha emoción. Pero jamás volví a emocionarme como aquella noche.
El equipo al que antes era simpatizante (por obligación, vale la aclaración) campeonó ese año y mi hermano por fin pudo ver a su equipo campeonar después de 18 largos años. Un año totalmente futbolero.
Tuvieron que pasar 11 años de aquel día, para gritar un gol como aquella noche. En donde después de haber gritado tanto, todo se volvió posible. No se logró nada después de ello, pero fue una experiencia tan que me hizo recordar esa noche. Cada peruano que vio dicho gol entiende a la perfección lo que estoy escribiendo. Incluido usted, amigo lector. No por algo este deporte que alberga emociones por doquier lo llaman "el deporte pasión".
Este año será de por si futbolero ya que se viene el mundial e inicia nuevos procesos en el equipo que soy simpatizante y en la magullada selección de fútbol. ¿Volveré a gritar un gol que me llene de emoción como aquellas noches? Espero que si.
Cambio y Fuera.
En el año 1997, lo único que sabía de deportes en general era que Brasil era un equipazo de fútbol y Michael Jordan era un dios del basketball. Era simpatizante de un equipo de fútbol Limeño tradicional sólo para que mi hermano mayor no me agarre de saco de arena y me propine golpes arremedando el conocidísimo "Meteoro de Pegaso". Obviamente, esto juego no era muy disfrutado por mi pequeño ser.
Era el 8 mayo de 1997 era para mi un día común y corriente. Pero por alguna extraña razón, me llamó la atención que mis hermanos estaban viendo el televisor muy atentos un partido de fútbol. Cuando uno es niño tiende a imitar a los mayores, así que me senté junto a ellos y aprecié el partido.
Estaba sentado en el piso y conforme avanzaba el partido, mi hermano mayor me explicaba de que trataba cada jugada y de las reglas simples de aquel curioso juego que, para mi entonces, consistía en correr detrás de una pelota en un parque con rayas blancas.
Por alguna extraña razón, le tomé mucha atención a una jugada. Los jugadores de celeste corrieron muy rápido, dando pases certeros. El comentarista se emocionó mientras narraba, mis hermanos gritaban "¡Ya!" mientras se formaba una sonrisa en su rostro. En ese instante yo también me paré. No sé por que lo hice, simplemente me emocioné y seguí viendo con atención aquella jugada.
Un jugador del equipo celeste, quien tenía una manera muy graciosa al correr ya que parecía que bailaba y saltaba a grandes distancias, tocó el balón de una manera simple, fina, pero con potencia haciendo que el arquero se arrodille molesto y decepcionado consigo mismo. "¡Goooooool!" se escuchó en toda la cuadra, todos se abrazaron y la alegría fue inmensa. Lo curioso en ese momento en mi casa, es fue el que grité el gol muy fuerte hasta saltar y abrazar muy fuerte a mi hermano mayor, sino que por alguna incomprensible razón me puse a llorar agradeciendo a Dios la increíble emoción que pasaba por mi pequeño ser en ese momento. Es algo que hasta el día de hoy no le encuentra explicación.
A partir de ahí, me volví fanático de aquel equipo al cual, curiosamente, la mayoría de mi familia por parte de padre es hincha. Por arte de magia, la selección de fútbol hizo unos partidos extraordinarios ese año, los que vi y también grité los goles con mucha emoción. Pero jamás volví a emocionarme como aquella noche.
El equipo al que antes era simpatizante (por obligación, vale la aclaración) campeonó ese año y mi hermano por fin pudo ver a su equipo campeonar después de 18 largos años. Un año totalmente futbolero.
Tuvieron que pasar 11 años de aquel día, para gritar un gol como aquella noche. En donde después de haber gritado tanto, todo se volvió posible. No se logró nada después de ello, pero fue una experiencia tan que me hizo recordar esa noche. Cada peruano que vio dicho gol entiende a la perfección lo que estoy escribiendo. Incluido usted, amigo lector. No por algo este deporte que alberga emociones por doquier lo llaman "el deporte pasión".
Este año será de por si futbolero ya que se viene el mundial e inicia nuevos procesos en el equipo que soy simpatizante y en la magullada selección de fútbol. ¿Volveré a gritar un gol que me llene de emoción como aquellas noches? Espero que si.
Cambio y Fuera.
[Aquí el video del gol que inició esta historia.]
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