CAPITULO II: Detalles



Aquel reloj del gato Felix en la pared azul de su cuarto, era el único testigo de la indecisión del buen Ramiro. Si bien Melissa ya había aceptado para salir, él se agobiaba ya que no sabía como y que iba a hacer al hablarle. Los segundos se movían al compás del "tic tac "cadencioso de la cola y los ojos del buen Felix. Ramiro ya no sabía en qué pensar ya que ahora su inseguridad afectaba la conciliación de su sueño.

Su cuarto no era grande pero tampoco pequeño, un ropero semi-ordenado y una mesa donde ponía su computador era lo que más ocupaba espacio. En su mesa de noche, se encontraba aquella colonia que compró en una bazar por no tener mucho dinero, su billetera y unos lentes de sol que compró cuando viajó a Trujillo en verano estaban celosamente guardados en uno de los tres cajones que tenía. Unos audífonos conectados al celular se encontraban desparramados en el resto de espacio que le quedaba tapando el nombre de aquel libro que nunca pudo, ni quiso, terminar de leer. En sus paredes, no sólo habitaba el reloj de Felix, el gato, sino un poster de The Beatles en donde Paul sale como ocultándose detrás del hombro de John mientras en la parte inferior del mismo aparecen las firmas de los 4 integrantes.

Por un momento, Ramiro miraba el techo, aquel paisaje de pintura blanca ya se había vuelto una película que no le gustaba pero tenía que ver mientras el sonido del "tic tac" de Felix se volvió la banda sonora de su innecesaria escena. Eran las tres de la mañana, y dentro de tres horas tenía que levantarse, ducharse y alistarse para ir a su trabajo y quedar de una buena vez la cita con Melissa. Sólo quedaban ultimar detalles. Nunca supo si durmió, sólo se levantó de su cama al ver que dentro de 5 minutos sonaría "Revolution" de The Beatles, canción bulliciosa que había sido cuidadosamente elegida para que sea su alarma en la radio- despertador. Sin darse cuenta ya estaba en el bus camino al trabajo y dentro de unos minutos ya podría terminar aquella maniática pero injustificada tensión.

Al llegar al trabajo,  la vio a ella resplandeciente, con el cabello recogido, con aquella ceñida blusa blanca que resplandecía cuando se acercaba al sol. Su rostro dibujaba aquella sonrisa que minutos después explotarían en carcajadas al oír algún comentario gracioso de una de sus amigas del área. Ramiro decidió dejar primero sus cosas y encontrar un momento en que puedan estar a solas para ultimar detalles, así que pasó de largo hacia su lugar.

- ¡Ramiro!. Gritó sonriente y curiosa Melissa mientras se excusaba de sus amigos y caminaba hacia él.

Ramiro se detuvo y dio media vuelta lentamente con una sonrisa entre estúpida y forzada mientras pensaba dubitativo queriendo que la tierra lo tragara ya que los amigos de Melissa lo miraron con cara de bicho raro y se escuchaban sus cuchicheos.

- Hola, Meli... ¿Qué tal?
- Bien, bien. Oye, te quería comentar algo...
- Si, dime. (La puta madre - pensó Ramiro- me va a cancelar y encima enfrente de sus amigos. Hija de la gran... )
- Lo que pasa es que el viernes tengo algunas cosas que hacer...
- (Miserable, ¿y recién ahora te acuerdas?) Ah mira...
- Siii, y pues estaba pensando que el viernes no voy a poder salir contigo...
- (¡Auch!, golpe bajo. Houston, tenemos un problema...) Ah... ok...

Aquellas palabras hicieron que la sonrisa fingida de Ramiro continúe, pero dentro de él, su panorama estaba desencajado. No sabía si reírse de la situación o de él mismo. Hasta que...

- Quería saber si en lugar de salir el viernes... salimos el sábado.

Ramiro se sorprendió al escuchar esa palabras que para él fueron tan difíciles decir ya que ahora estas eran soltadas con total soltura y desvergüenza por Melissa.

- Claro, no hay problema.
- Ok, así quedamos. Me recoges a las 8:30 PM... ¿ya?
- Ok!, perfecto.

Melissa le dio un beso y le puso la mano en la mejilla mientras se alejaba. Sonrió, dió media vuelta de forma rápida y se regresó con sus amigos para seguir conversando. Ramiro sólo dió media vuelta mientras por su cabeza sólo pasaba una expresión:

- (¡Bien carajo!)

Aquella sensación de satisfacción hizo que los horas en el trabajo pasen rápidamente, Ramiro se puso la mochila y acudió a un bar cercano de su trabajo en donde había citado a Anthony y a mi para contarnos lo que le había sucedido con Melissa. Para los intereses de Ramiro, la elección de contar lo que le acababa de suceder no fue muy sabia.

                                                              *****************

Acababa de aburrirme de estar en el constante "tira y afloja" con Lizbeth, por lo que la conversación sobre Melissa no me llamaba mucho la atención. A quien el día había pagado mal era a Anthony ya que acababa de enterarse que Giannina, aquella tranquila chica que había sido su enamorada por casi cuatro años, le había sido infiel con el corpulento maestro de baile de la academia de salsa a la que ella asistía religiosamente cuatro días a la semana (ahora ya sabemos el porque fue una alumna tan "entusiasta"). Valgan verdades, Anthony no había sido muy santo tampoco, ya había coqueteado con dos amigas de su universidad, una de su trabajo e inclusive salió con ellas a discotecas en la que engañó a Giannina diciéndole que tenía una "aburrida reunión familiar en casa de una tía que no conocía".

Si bien había tenido oportunidades, Anthony no claudicó, por lo que la traición de Giannina no sólo dañaba su orgullo, destruía su confianza el saber que le dió respeto (por así decirlo) a alguien que le engañaba descaradamente. Buscaba en sus pensamientos que había hecho mal, si fue algún error en la cama, si fue muy inseguro, si la había dejado de lado, si acaso el pensar en "darse su espacio" fue un mensaje encriptado para que cada uno tome licencias de ponerle los cuernos elegantemente al otro.

Al entrar al bar y ver en la barra a un entusiasmado Ramiro y a este humilde servidor con muy pocas ganas de hablar, Anthony decidió acercarse y no saludar, si no comenzar su catarsis con la frase destructiva que ya era un hecho:

- Soy un cachudo. Giannina me engaño con el cojudo de su maestro. Me cagó...

Aquella frase hizo que Ramiro pierda su sonrisa y no logre tomar el sorbo que estaba apunto de beber. En mi hizo que el sorbo que tenía se haga más prolongado y, desde una perspectiva extraña, piense que mi noche había mejorado ya que ya tenía de qué conversar:

- ¿Cómo así huevón?. Dijo Ramiro sorprendido...
- Fácil, fui a recogerla, compré un puto ramo de esas girasoles, tulipanes y demás huevadas que venden en la florería cerca al ovalo. Estaba en la esquina, esperándola, la vi salir y quise quedarme parado a apreciar su belleza, se veía más linda que de costumbre. Pensé que tenía mucha suerte de estar con alguien como ella y...
- Y...
- Apareció el hijo de puta del profesor, la agarro de la cintura, la muy hereje se dió media vuelta, le sonrió y poco más hacen sexo con su lengua. Si es que no lo hicieron.
- ¿Y te quedaste parado?
- No, huevón ¡que va!. Me les uní y me chape al profe para luego aplaudirles. ¡Claro que me quedé parado!
- ¡Mierda! que fuerte...
- ¿Fuerte?, fuerte fue lo que pasó después.
- ¡Te peleaste con el muy cabrón!. Dije en tono burlón y cizañero.
- Que bueno hubiese sido...
- ¿Entonces?. Dijo Ramiro.
- La esperé en su casa, llegaba sola. En su puerta, había dejado una gran caja junto con las rosas y una linda tarjeta.
- No te entiendo... ¿la felicitaste por ponerte los cachos?.
- Ramiro, cada vez que hablas huevadas, siempre pienso que tu viejo debió haber usado "poncho" para que no nazcas. ¡Por supuesto que no!, en la tarjeta le había puesto una frase.
- ¿Y qué frase era?. Dijimos Ramiro y yo en coro con total curiosidad y morbo.
- Decía: "Gracias por haberme engañado, te puedes ir bailando salsa con tu profe, esta caja con todos tus regalos, este ramo de girasoles y la tarjeta a la misma mierda. Si te las metes en el culo, no me quejo. Con cariño Anthony".

Si bien felicitamos a Anthony por su acción, supimos que la manera en que lo hizo no fue muy acertada. Por más que Giannina se lo mereciera, ella terminó más destruida que Anthony quien decidió ahogar sus penas con tragos cortos y demás inventos del barman.

A la 1:00 AM, Anthony fue dejado en calidad de bulto en su departamento miraflorino de la calle Berlín. Aquel departamento ya no tenía sus fotos con Giannina y es que lo más probable es que todo ello terminó dentro de la caja. Ramiro tomó un taxi y decidió prepararse para su salida con Melissa, yo decidí caminar un poco por la Av. Arequipa en dirección a Javier Prado recordando que Anthony y Giannina siempre fueron de la pareja que decían que nunca discutían. Tal vez, el no haber mostrado esos detalles de molestia cuando debieron mostrarlos, hizo que esa bola de nieve crezca a niveles inimaginables haciendo que una de las partes ceda ante la tentación.

Mientras pensaba y creía que Anthony estaba dormido, este despertó minutos después de encontrarse sólo en su cama, tomó unas cervezas de su refrigeradora y caminó hacía el puente Villena para descargar su furia e impotencia de haber formado parte del vil juego de Giannina. Reaccionó algo así:


Bueno, jamás dije que lo había superado y que su reacción iba a ser muy alturada. Pero aquel acto ayudó bastante al muchacho. Eso y el serenazgo del distrito pidiéndole "amablemente" que se calle. Detalles.

Mientras Anthony maldecía y se ahogaba sus penas en su departamento, Ramiro saboreaba la felicidad ya que saldría con Melissa. En cambio yo, no sabía si empezar a hacer algo con Lizbeth y me resignaba a consolar a un borracho cachudo y escuchar a un enamorado ilusionado. Al llegar a casa, me preparé un café mientras caminaba por la sala en pijamas mientras veía la TV.  Había descubierto que me había vuelto un frío chico de 23 que no quería ceder. Hasta ahora.

Cambio y fuera.


Comentarios

  1. Anónimo5/8/12

    Muy buena, me encantoo... como que me senti identificado con Anthony..jajajaja.

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  2. Bien hecho Anthony, jajaja...yo también creo que hubiera hecho eso jajaja

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  3. Bien hecho el detalle de Anthony.

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  4. Me encanto. La cancion de Blur le da la cereza a todo.

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