Un abrazo




Mientras miraba el mar de aquella playa del Sur de Lima, amigos del trabajo brindaban por el año que se acababa y por el haber coincidido en esa emocionante aventura de un nuevo reto profesional. Yo, a pesar de ser el más joven del área, era uno de los más antiguos del grupo de trabajo por lo que solo me disponía a brindar, bailar un poco y relajarme apreciando el paisaje.


La gente reía, las botellas de whisky vacías adornaban la mesa al lado del cotillón y los sombreros de bufón que se habían usado para la hora loca. Los vasos vacíos y el sonido de risas combinados con el golpear de las ollas  con aquellas peñas formaban una maravillosa melodía de la tan ansiada calma que había sido esquiva la dos semanas anteriores entre cierres de campaña, cierres contables, presupuesto y proyectos.

Todo eso pasaba al rededor mio mientras solo atinaba a mirar el mar y ver como la gente jugaba en las orillas, como bellas señoritas tomaban sol, como osados caballeros se metían al mar y como el sol poco a poco bajaba su intensidad antes de ocultarse entre las nubes. Eso me hizo pensar que para uno las cosas pasan en un segundo, que las oportunidades solo se presentan una vez y que, si me hubiese desanimado de tomar una simple decisión, no hubiese llegado a ese momento en donde estaba.

Y así llegué al final del 2012, entre el whisky, las risas la arena y el mar. Empecé en la playa, no sé en donde terminaré. Lo único que sé es que, a pesar de haber pasado tantas idas y vueltas en este año, llegué a mi primera meta: el ascenso. Si, fui ascendido en mi trabajo hace ya 5 meses, no lo compartí por aquí en su momento porque soy algo reservado en esas cosas pero creo que a estas alturas ya es innecesario ocultarlo.

En este año conocí gente impresionante así como desconocí a muchos otros. Reconozco que mi capacidad para generar líos sigue intacta y que mi dulce inocencia e inexperiencia ya es algo innato que me alegra no  haber perdido. Mis expresiones inadecuadas son solo el reflejo de ese ser imperfecto que me encanta ser y que me alegra haber fortalecido simplemente minimizando mis debilidades.

En este año lloré pero más reí, canté en lugar de gritar, soné en lugar de dormir y amé en lugar de odiar. Si, fue un buen año, pero pudo ser mejor. Sé que para ustedes les queda la misma sensación, solo den una mirada simple hacia el pasado, recuerden lo que se debe recordar y sigan avanzando.

Hagan su análisis, cierren su libro y abran el nuevo tomo llamado 2013 el cual está adornado con esas letras doradas. Las historias las hacen ustedes mismos y gracias por seguir alimentando este blog para que juntos sigamos escribiendo.

Feliz año. No quiero caer en clichés, pero es inevitable no "desearles lo mejor en el año que viene" y que "todo lo que se propongan se haga realidad". Un fuerte abrazo.

Cambio y Fuera.

VIDEO: El deseo para todos ustedes.




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