La asombrosa travesía de un último baile que no se dio


Pedro llega muy tarde al matrimonio de su amigo Andrés y se sentía algo avergonzado. Sus amigos están reunidos en la mesa y se da cuenta que todos estaban emparejados. Usaba aquel terno que solo se lo ponía para las entrevistas de trabajo ya que no tuvo dinero para comprarse otro. Con mucha suerte, solo alcanzó a comprar aquella camisa blanca y una corbata azul las cuales combinan perfectamente y lo hacían ver relativamente decente.

Se sentía algo aburrido y si bien los demás chicos estaban motivados, decidió caminar hacia una pequeña barra instalada en la esquina izquierda y así empezar a tomar algo suave mientras miraba cómo la gente bailaba en plena "hora loca" entre pica pica, corbatines de tela, gafas de plástico y demás chucherías al sonar el único éxito de un grupo improvisado peruano llamado "Los Borgia".

En ese mar de situaciones, en esa incontrastable variedad de matices de personalidad adornadas de corbatas prestadas, ternos nuevos que estaban siendo malogrados y vestidos elegidos por todo un mes por chicas que quieren impresionar a todos los invitados; apareció "Mónica". No era muy alta, era muy delgada y eso hacía que su vestido violeta se acople más a su figura mostrando aquella infalible arma de conquista adornada de lindura, simpleza pero con asombrosa sobriedad.

En esos momentos, Pedro pensaba en cómo acercarse y romper las barreras. No era tímido, tampoco desenvuelto; pero pensaba que el aproximarse a alguien en ese tipo de circunstancias era algo muy arriesgado teniendo en cuenta que era el matrimonio de su amigo cercano y que probablemente, esta señorita sea familiar o hasta amiga de la novia. Sin darse cuenta, analizaba, pensaba, suponía mas no actuaba.

Entonces, sin importar que estuviesen toda sus amistades por otra mesa, motivado por el alcohol consumido y habiéndose quitado tan horroroso y molesto saco pero manteniendo la corbata y un look elegante pero relajado, decidió caminar hacia ella y preguntarle totalmente seguro:

¿Quieres bailar?

La mirada de las chicas con la que estaba hablando Mónica, dio a entender que no era del agrado de su circulo de amigos. Sus expresiones reflejaban desprecio, burla y muchas ganas de humillación. Ella, tan pragmática y simple, se excusa con aquella frase muy usada para librarse educadamente de tan particular situación:

"Disculpa, estoy algo cansada..."

Al escuchar aquellas cuatro lapidarias palabras, Pedro sintió como aquellas personas a su lado estaban prestos a soltar una carcajada, a abofetearle el orgullo con miradas despectivas ya que su improvisada pregunta sería motivo de burla para lo que restaba de la noche. Fue entonces en que Mónica, sorprendiendo a ellos y especialmente al largucho chiquillo que le había prestado su saco, volteo la mirada de forma retadora y decidió completar la frase con algo que se escuchó justo cuando terminó una canción:

"... pero podemos ir a conversar un rato afuera. Ahorita se me pasa y podemos continuarlo".

Las palabras sorprendieron a  propios y extraños, especialmente a un desubicado Pedro que, por más whisky que intentase tomar, había encontrado algo de entretenimiento en una fiesta en donde se sentía totalmente solo. Monica, devolvió el saco prestado y decidió caminar con Pedro hacia un rincón.

Fueron más de dos horas de risas, conversaciones simples, hablar sobre viajes hechos y deseados, sueños, idas, vueltas y demás. Ambos lograron bailar el reggeton de una manera decente, el merengue de manera natural, y la salsa con muchas ganas y poco ritmo. A lo lejos, se lograba apreciar como poco a poco los invitados se iban retirando. Curiosamente, al grupo de amigos de Monica ya no se le volvió a ver, quedándose sola en una mesa con un total desconocido que ahora era un personaje entrañable.

Cuando todo estaba en calma y el volumen de la música bajó considerablemente, se empezaban a prender algunas luces avisandoles que todo estaba por llegar a su fin. Y de pronto sucedió, el ruborizado rostro de Mónica adornado con maquillaje cuidadosamente seleccionado se acercó al de Pedro dejándolo muchísimo más sorprendido. No es novedad que estaba estupefacto, con los ojos abiertos, con cara de asustado y con la boca totalmente servida para que ella pueda plasmar su objetivo. Una mirada, una sonrisa y una pequeña caricia en el rostro terminaban aquel ritual agradeciéndole a Pedro por ser él mismo, por salvarle de aquellos "giles" (adjetivo calificativo que se hizo popular hace algunos años por una serie de TV) y por ser divertido sin realmente proponerlo.

"Voy a ir al baño un rato. Ahorita regreso"

Fue la frase que dijo mientras Pedro recogía su saco de la barra y se aflojaba la corbata como alistando la salida. Ella regresó, él la cogió por la cintura y cerró los ojos para volverla a besar.

Pedro... Pedro.... ¡Pedro!

Se escucharon gritos de su amigo Andrés, recientemente casado.

Oye, ¿Qué haces ahí solo en la barra?. Anda con los chicos que te están esperando...

Pedro se dio cuenta entonces que todo lo que había "sucedido" solo fue fruto de su imaginación y que esos dos minutos de detalles fue una historia adornada de situaciones en su cabeza mientras tomaba solo un simple sorbo al primer vaso de whisky servido en el bar. Regresó a su mesa pensativo, volteo la mirada y vio como aquella chica de vestido morado a la cual llamó Mónica, se retiraba de la fiesta sin ton ni son.

A veces no es cuestión de alcohol, vestidos o ganas; simplemente es arriesgarse y hacer que las historias que pasan en nuestras mentes se hagan realidad. Las historias pueden ser reales solo si uno se decide empezar a escribirla y eso nace con una simple decisión. No armar tanta trama y crear un desenlace.

Cambio y Fuera.

[ Tomense la molestia de ver la letra de esta canción  ]


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