Los amigos que perdí y los contactos que gané


Hace un tiempo, decidí pedir un día adicional de descanso en el trabajo a fin de disfrutar de aquellos placeres tan simples que he dejado pasar. Un desayuno con calma, ver televisión sin ver la hora o hasta caminar por una cuadra de mi casa a comprar cualquier bocadillo que se me plazca fueron las actividades que me acompañaron entre otras más. 

Admito que soy alguien medianamente ordenado y parte de ese orden es no acumular cosas innecesarias en mi cuarto y/o cajones por lo que en días libres, como aquel, más me concentro en realizar otras cosas que ordenar todo lo material que pueda estar a mi alrededor.  Es por ello que decidí innovar y  empecé a clasificar algunos archivos de mi PC y luego entré a mis descuidadas redes sociales para revisar contactos y demás. Grande fue mi sorpresa al ver que tenía más de 100 contactos en whatsapp, 250 en Facebook, unos no despreciables 150 en Instagram sin mencionar a casi ciento y tanto más en Twitter. Cantidades llamativas pero muy irreales ya que, en el día a día, en whatsapp hablo con 10 personas (contando familiares y grupo de estudio), en Facebook solo veo memes que publicaré en mis historias de Instagram y mi cuenta en Twitter está aun paso de su desactivación.

Al limpiar todas y cada uno de las redes sociales, pude ver a todos y cada uno de esos amigos que pasaron con el tiempo y que, en su momento, fueron muy divertidos. Recuerdo a aquel callado chico del trabajo que poco a poco fue soltándose y sus logros profesionales le sonrieron poco a poco. Sin embargo, al ver sus comentarios demasiado intolerantes vi a una persona tan diferente que, en otras circunstancias, jamás hubiese decidido siquiera dirigirle la palabra. Aquel recuerdo que tenía de él se cayó por completo y decidí restringir las publicaciones a fin de evitarme diferentes molestias de lectura y visuales. Lo curioso vino después, algunas horas más tarde aquel ser me envía mensajes de "profunda indignación" en donde indica que me rectifique y solicita explicaciones al porqué de mi accionar en - recalco esto- mis redes sociales. Con una fusión de sentimientos entre sorpresa y risa, pasó a la muerte cibernética con un gran "eliminar" no sin antes tener la mejor opinión para estos casos: el silencio.

Lo mencionado es mucho de lo que pasa hoy día con las redes sociales ya que todos se preocupan de manifestar su opinión pero, al verse enfrentados con una contraparte, deciden insultar y calificar a alguien por su simpatía. Se explotan grandes cantidades de bilis disfrazadas en "comentarios" (que más pareces gritos) y así se sigue en un innecesario festival de odio y terquedad que no logrará absolutamente nada. Anteriormente, si algo no te gustaba sencillamente no te gustaba y ya. Se conversaba con tus amigos y el tema quedaba ahí en tu círculo como algo anecdótico y nada más. Hoy, a consecuencia del fácil acceso a la información y las ventajas que nos da el mundo virtual, el odio es fácil de esparcirse por varios lados y muchos de ellos pueden congeniar haciendo que creemos un ejército de odio. Antes sabías que estaban ahí, ahora sabes que están y te sentencian. Con esto no digo que la crítica sea algo malo, es algo fundamental para mejorar como persona, pero si esta solamente se rige en los defectos deja de perder su objetivo principal y no pasa de ser un tema entre dos sino de uno contra el otro.

En estas épocas de cuarentena, el "aislamiento social" ha sido la principal herramienta para contrarrestar la expansión del coronavirus; sin embargo, me pregunto si realmente todo este tiempo hemos estado socializando en sí. Al pensar en ello me viene a la mente aquella vez que estaba en un restaurante y en la mesa de al lado había una familia en donde todos revisaban su celular y nadie hablaba. El hielo se rompía cuando el más joven decidía tomar una foto "familiar" y publicarla con diferentes "hastag" luego de acompañarla de una frase motivacional. La foto pudo haber quedado bien, la frase puede ser más que cierta e ingeniosa pero, ¿qué tan real fue lo publicado?.

Admito que pensé en cerrar algunas de mis cuentas ya mencionadas pero decidí no llevarlo a cabo simplemente porque opté por ya no usarlas tanto y, en el mejor de los casos, depurarlas. Tomé la decisión de seguir disfrutando de mi día a día y que, las personas que están ahora, son las que deben estar. Si en el futuro deciden alejarse será porque su misión en mi vida fue aparecer por un tiempo y me quedaré con esa imagen, con los buenos momentos y mucha tranquilidad.

Terminada la depuración y viendo la notable reducción de todos "mis amigos", me di cuenta que fueron muchos los que perdí y los contactos que gané. Aquel grupo que quedaba eran buenas personas, pero con muy pocos de ellos realmente conversaba. Me puse a pensar que si posiblemente me encontraba con ellos en la calle, no podría preguntar a detalle "¿Qué ha sido de ti todo este tiempo?" ya que lo más probable es que ya haya visto algo en su red social y conozca parte de su historia en el tiempo que estuvimos alejados. Me di cuenta que de los que quedan, son ahora más un número y un recuerdo.

De nosotros depende no volvernos "alguien con quien compartí algo y ahí quedó". Aprecien el círculo social que hay, esas buenas personas que deben y merecen quedarse. Las redes sociales permiten acercarse al mundo a nosotros pero somos nosotros los que debemos acercarnos más al mundo. La empatía no es solamente ser cordial, se trata de ponerte en los zapatos del otro pero para ello, tienes que sacarte primero los que tienes puestos. No basta con tener muchos contactos, solo tienes que tener un contacto real. No todo es un sábado por la noche ya que siempre se debe pensar en los domingos, aquel día que parece inútil pero en donde disfrutas a quien tienes al lado sin importar que se haga, organizamos todo para avanzar e iniciar un nuevo viaje llamado "semana". Deja tu marca, que todos sepan quién eres y si deciden quedarse con todo ello, te merecen y tú los mereces. Preguntar "¿Cómo estás?" no te hace menos, te hace más.

Mientras escribo esto, un buen amigo me escribe para salir a pasear en bicicleta e ir a comer aquellos "meros tacos" para sencillamente hablar y pasar el rato. Los ejemplos que buscas están ahí, en la vida misma.

Cambio y fuera.

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