Razones

"El Sueño de la razón produce monstruos"
Caprichos, Francisco de Goya. La razón dormida


PRIMERA RAZÓN

Aquella noche acababa de tener un mal día en absolutamente todo lo realizado. Sin planes y sin querer llegar a casa, mi amigo me invita a dar una vuelta por su auto para conversar y disipar la mente. Al darme cuenta, no solamente pasé por la casa de ella, sino por aquel café en dónde me enseñó a comer crepés y a beber el café sin azúcar. Recuerdo aquella tarde en donde producto del sabor intenso de los arándanos tomé más agua que de costumbre y ella soltó varias carcajadas al ver mis expresiones por no poder soportar el sabor ácido. Aquel detalle de la mesa de madera con toques rústicos, pero sutilmente adornada, la carta colorida que hizo para sorprenderme, su letra fina y detallada, el minúsculo y el particular florero que separaba nuestras coloridas tazas de café terminaban de adornar la escena. Recuerdo todo, hasta la música, pero por alguna extraña razón, solo veo su gabardina negra reposando en el mueble, su chompa azul, su collar en forma de luna, pero no su rostro y mucho menos las palabras que salieron con el sonido de su voz.

SEGUNDA RAZÓN

En silencio, viajé un fin de semana por fueras de la ciudad aprovechando que había un matrimonio de un amigo cerca. Me gustó la conexión con la naturaleza y recuerdo las palabras de mis amigos:

"Un viaje soluciona todo. Vas a ver que sentado mirando un paisaje en carretera con tu chela bien helada te olvidarás hasta de tu cumpleaños".

No miento, funcionó por gran parte del tiempo. La pequeña cabaña en dónde estaba hospedado me permitía ver un riachuelo y la piscina en dónde familias enteras jugaban. Era una típica imagen que se podrían ver en cualquier domingo que provocaba sinceras sonrisas en todos los involucrados, pero que nadie podía darse cuenta de las mías. Me resigné a tomar unas cuantas fotos, pedir una comida para nada dietética y atesorar la soleada silueta que generan los arbustos y sus sombras. Minutos después, recordé cómo me comentó que quería viajar hace mucho, algunas anécdotas de los viajes realizados y su temor a las turbulencias, pero no recuerdo cómo y en dónde me lo dijo.

TERCERA RAZÓN

Empecé a salir con un par de chicas que conocí en aquel aplicativo social en forma de pentágono amarillo (por temor a un juicio y sin ganas de hacerle propaganda no pongo el nombre, pero se imaginarán a cuál me refiero). Todas tenían una historia que contar, lo que a primera impresión fue más que agradable. Lo curioso fue lo que vino después, la odiosa monotonía de los silencios que cada vez se hacen más largos, los sorbos más frecuentes de una bebida que ya se termina tanto como tú paciencia y creatividad. Finalmente, se desencadena el desastroso punto en que ambos se miran, sonríen y uno toma la posta soltando la frase que confirma que ya no hay más de qué hablar:
Bueno, ¿y qué más me cuentas de ti?
Admito que, en lo posible, hice lo que estaba a mi alcance, pero mi rápida cualidad de aburrirme hizo que diga otra clásica mentira que sirve para liberarse del martirio de una infructuosa salida:
Oye, mañana tengo que levantarme trabajo por temas del trabajo, ¿te parece si vamos pidiendo la cuenta?
No obstante, todo esto me ayudó a entender que ese no es mi perfil y que mi aventura en aplicativos sociales fue tan aburrida como efímera. No niego que es más que productivo el conocer nuevas personas, pero ya he confirmado que lo mío es más circunstancial y personalizado que un frío celular como principal canal. Curiosamente, recuerdo que nuestras conversaciones más profundas eran por WhatsApp, pero que supimos en su momento hablar las cosas importantes de frente.

CUARTA RAZÓN

El ver algunas películas en streaming puede ser más tedioso conforme se amplía la oferta. Propio del desencanto amoroso, estrés laboral o alguna otra cosa que pase por tu vida, el elegir una película puede volverse un trabajo de una hora y algo más. Ninguna actividad puede ser tan angustiante, trabajosa y de tan poco goce como deambular por varios minutos frente a la TV ejercitando el dedo con algo que te llame la atención. Al final, adormecido y a punto de destruir tu falange, elijes la misma película de siempre solamente para repetir los diálogos de las mejores escenas y reírte nuevamente tratando de buscar algún detalle adicional.

Es quizás por esta razón que muchos se ríen hasta desorbitar su maxilar con "El chavo del ocho", se emocionan hasta llorar con "Betty la fea" o hasta se sorprenden viendo por enésima vez la escena de "yo soy tu padre" de Star Wars. El sentido de pertenencia con películas, canciones o espacios que tienen una historia para nosotros es extremadamente grande por lo que al estar sumergido en ello te trasladan, por instantes, a esos tiempos de disfrute, de melancólica felicidad. En mi caso, me ponen a recordar cómo era fácil elegir una película entre nosotros, de reírme con seguridad y paciencia mientras su cabeza descansaba en mi pecho. No obstante, ya no recuerdo las películas que veíamos, los diálogos que decíamos o si quiera en dónde fue la última que nos tocó compartir juntos.

QUINTA RAZÓN

Todo lo mencionado anteriormente ayuda mucho a recordar con cariño tantas aventuras, pero a sobrellevar muchas otras a pesar de sus clarísimas limitaciones. Hacen que el tiempo se pueda sobrellevar, pero algunas veces fracasa monumentalmente en lo relacionado a la productividad. No obstante, es mejor estar haciendo algo que no estar haciendo nada.

No hay nada que te deje de ser quién eres cuándo vez algo que no deberías ver. Cuando decides caminar un viernes para escuchar música y terminas llegando a un restaurante/discoteca con adornos "rústicos" que hay en casi todo Lima. Cuando sentado pidiendo una simple cerveza y una porción de alitas miras al otro lado y ves a esa persona a lo lejos. Es en esos breves instantes en que no ves ningún problema y hasta sonríes de tranquilidad, pero luego aprecias que no está sola y notas como reía como lo hacía contigo, como dejaba el celular en la meza como lo hacía contigo, como inicia el baile como lo hacía contigo y hasta como aquel sujeto pone su mano en su cintura como permitía hacerlo contigo. Es esto último lo que mueve todo ya que sabes que aquel gesto es un sentido de pertenencia, de tranquilidad, como decir "te tengo, aquí estoy", de escape. Sabes hasta el más mínimo detalle, pero es diferente cuando lo sabes, lo aprecias, pero no participas. Es ahí en dónde recién cambias y en dónde aceptas que nada volverá a ser igual.

SEXTA Y ÚLTIMA RAZÓN

Algunos eligen llorar, yo lo hice mucho antes del final ya que esto sucedió más de dos veces o de repente fue tanto el impacto que ya no quedan lágrimas y era increíble ver como actuaba conmigo como si nada hubiese pasado algunas horas después. De repente lo que te duele es que ella te haya dicho que "no pasaba nada" con aquel chico y sea él quién la acompañaba. De repente lo que te duele es que en el primer viernes de discusión o en el cumpleaños de tu hermano ya algún amigo la ha visto saliendo. De repente, la calma es poner esto con unos meses de diferencia para que, si en algún momento lo lograse leer (que, dicho de paso, no es relevante actualmente) sepa que mientras ocultaba cosas o modificaba sutilmente la verdad "para no hacerte daño" ya sabías todo sin realmente quererlo saber. Sin embargo, todo lo mencionado son acciones que uno no puede manejar siendo el tiempo (y la terapia) quien te enseña eso, que las acciones ante una situación límite es lo que define quién es uno y solamente nos queda aceptarlas y enfrentarlas.

"Decepción" es una palabra que resume todo lo sucedido, pero mucho más por la interminable capacidad de autosabotaje y perseverancia en equivocarse solo para tener la razón para satisfacer el ego que por lo que realmente sucedió. "Esperanza" es la palabra que adorna lo que vendrá. "Aprendizaje" es lo que queda para uno. "Memorias" son las que se han detallado en estas líneas. "Experiencias" son lo que nos permiten seguir contando historias y "Razones" son las que justifican el necesario final. De un modo u otro, aun cuando uno tenga la interminable biblioteca de vivencias, todo esto te duele, pero es mucho más triste darte que cuenta que todo este asunto "del final" es un invento de uno mismo ya que para la otra persona nunca empezó y le agrada, le alimenta su superficial ego y eso te invita a resignarte haciendo que con el pasar los días también me agrade. Simplemente, ya no me acuerdo quién fui y estoy agradecido de ello.

Cambio y fuera.


"Aquí adelante de todos
Le estoy diciendo a mi modo
Te estoy diciendo a mi modo
Buena suerte, chau, adiós"

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