Para Papá
![]() |
Día del padre - Liniers |
Cuando eres niño, tu primer héroe no es ese personaje con ropa de moda, aunque te emocione ver qué usará antes de ir a trabajar. Tampoco es ese futbolista de celebraciones memorables, aunque admires su capacidad física para hacer mil cosas a la vez. Mucho menos es aquel que inventa tecnología para enfrentar supervillanos, aunque se las ingenie para reparar ese juguete que dabas por perdido o ese artefacto del hogar que nadie más sabía cómo hacer funcionar.
Ser padre es, muchas veces, un trabajo silencioso y poco reconocido. No pretendo con esto hacer una comparación innecesaria con el rol de la madre, pero sí decir que el papel del padre es tan complementario que sus logros suelen pasar desapercibidos. Mi padre no fue perfecto; hubo cosas que me hubiese gustado que hiciera de otra manera, pero en todo lo que hizo fue el mejor, sin lugar a dudas.
Mi padre no asistió a muchas de mis actuaciones escolares no por desinterés, sino porque el tiempo no se lo permitía, pero era el primero en felicitarme por una buena nota cuando llegaba a casa y en despertarme un domingo por la mañana solo para hacerme reír y disfrutar juntos esas pocas horas que podíamos pasar juntos. En tiempos en los que la jornada laboral era casi simbólica y había que hacer de todo para llevar algo a la mesa, él mantenía el coraje y la alegría necesarias para que yo no tuviera que preocuparme por nada. Me dio una infancia con comida, educación y momentos de felicidad.
En mi adolescencia, no fue él quien me enseñó a conducir un auto —nunca tuvo conocimientos sobre mecánica ni automóviles—, pero sí fue quien me impulsó a dar ese primer paso hacia la independencia: aceptar mi primer trabajo. Me habló con franqueza sobre las injusticias que uno puede encontrar en los primeros años laborales y me enseñó a enfrentarlas con dignidad. También me explicó, con una paciencia admirable, cada ruta alternativa para moverme por la ciudad, como si cada calle tuviera una historia que valía la pena conocer, especialmente en el centro de la ciudad. Aún guardo en mi memoria esas mañanas de domingo en las que veía cómo hojeaba la guía de calles, buscando con esmero el mejor camino, como si en ese gesto sencillo también me estuviera enseñando a orientarme en la vida.
Hoy, los años comienzan a hacerse notar. Su oído ya no percibe los sonidos como antes, y las visitas médicas se han vuelto más frecuentes. Aún conserva su capacidad de hacerme reír, pero las conversaciones se repiten, siempre en pasado, con quejas sobre la actualidad. Le cuesta aceptar que las cosas ya no son como antes, y entiendo que asumir esa etapa de la vida no debe ser fácil. Si bien todos llegaremos ahí algún día, el ser testigo de esa transición del hombre fuerte al adulto mayor es revelador y, a veces, difícil de manejar. Sin embargo, incluso en medio de todo eso, su humor ácido sigue sacándome una sonrisa.
Mi padre es el reflejo que veo cada día en el espejo. La genética hizo que sus gestos y movimientos vivan en mí, así como la miopía con astigmatismo que me obliga a usar lentes desde los 14 años. Incluso compartimos el peinado y, sin duda, heredé su inigualable forma de bromear o lanzar un comentario inoportuno en los momentos más serios. Mi padre vive en mi día a día, y estoy orgulloso de eso.
Tomaste el trabajo más difícil del mundo e hiciste innumerables sacrificios para que tu familia estuviera bien. Hoy, el tiempo empieza a ser justo contigo. Ese pago mensual de plataformas de streaming lo hago con gusto, porque quien las disfruta es el hombre que no solo me dio la vida, sino que trabajó día y noche, sin distinguir entre lunes o sábado, para sacarnos adelante.
Feliz día, papá. Gracias por dejarme ser tu hijo.
Cambio y fuera.
But long as there are stars above you
You never need to doubt it
I'll make you so sure about it
God only knows what I'd be without you"
Comentarios
Publicar un comentario
¡Comenta!, así ayudas al blog a mejorar. Si no tienes cuenta de google deja tu nombre para saber quién eres jeje