Tú eres mejor que yo


Según SENAHMI, el día viernes fue el día más frío del año. Y no era para dudarlo: intensa garúa, fortísima sensación de frió y calles totalmente húmedas llegando a empapar los zapatos y , en algunos casos, hasta las medias. Eran las 4:00 PM y regresaba a la oficina luego de ir a ver un tema de estudios. Por alguna extraña razón, el clima no era el mismo, se veía movimiento pero no había mucha gente, se escuchaba bulla pero esta no era ensordecedora y se percibía intranquilidad a pesar de ver a todos sentados. De un momento a otro, la jefa del equipo decidió llamarnos a una reunión dentro de una oficina con las personas encargadas del área. Digamos que estos son las cabezas representativas de todos ante la organización. Al momento de sentarme, sentí miedo, no sé porque. Las miradas desencajadas de ellos eran signo de que algo no estaba bien y el movimiento casi pausado e inquebrantable de mi supervisor fueron la confirmación de que algo malo estaba sucediendo. Al comenzar la entrevista, no hubo muchos previos y decidieron decirnos las cosas que habían pasado y las decisiones que habían tomado: Habían despedido a personas de mi área.


Si bien la separación de algunas de estas personas, era un secreto a voces, la separación de la persona con la que firme contrato el mismo día me tomó por sorpresa e inclusive mi expresión en el rostro debe haber sido muy fuerte porque en más de una oportunidad me preguntaron si estaba bien. Obviamente, no lo estaba. No estaba molesto por la decisión ni tampoco feliz; estaba desconcertado y en el aire. No sabía como reaccionar, que decir o que consultar. Simplemente estaba colgado en una nube llena de gotas de lluvia que eran letras que no formarían ninguna frase con sentido.

Al volver a mi sitio lo vi a él sentado en frente de la que era su computadora la cual estaba apagada. Él estaba inmóvil, solo atinó a darse un pequeño animo en forma de suspiro y a recoger sus cosas para retirarse. Yo lo acompañé, le cargué la mochila y fue ahí en donde nos pusimos a llorar. Confieso que no sabía como animarlo cuando la función de uno en ese momento es decirle cosas que lo alegren, yo estaba tan y hasta más triste que él. Al llegar al piso tres, el decidió salir por atrás cuando lo detuve y le dije que caminemos hacía la entrada principal, por ahí él tenía que salir. Cogió mi hombro, me sonrió entre lágrimas y caminamos hacia la puerta principal con una gran sonrisa adornada con lágrimas. Fue casi igual como cuando salimos felices aquel día de Marzo del 2011 cuando firmamos contrato. Nos dimos un último abrazo en la puerta y mientras la garúa seguía empapando las calles, esta se volvió el camuflaje perfecto para nuestras lágrimas.

Si bien "el despido" es parte de la historia laboral de todos, nos ocurra a nosotros o a un conocido, es la primera vez que siento esa sensación tan de cerca. No pude continuar mi trabajo después de despedir al buen Matias, ni siquiera supe que hora era realmente. Lo único que supe es que me había quedado ahí y que él ya no estaría. Que las cosas que aprendimos juntos como buscar el comedor el primer día o consultar como sería nuestro primer sueldo ahora eran solo un recuerdo que quedaría para cada uno pero que no volveríamos a bromear sobre eso dentro de una hora de trabajo camino a tomar el agua del dispensador que está ubicado cerca del ascensor. Lo único que realmente sabía era que nada podía hacer, y que si tenía que hacer algo era no rendirme y demostrarle a Matías que nuestro trabajo no fue en vano y que si yo sigo, es porque aprendí cosas de él que tengo que mostrárselas a los demás.

"Tú siempre fuiste mejor que yo"

Fue lo único que le dije a Matias mientras nos dimos el amargo abrazo de despedida antes que se retire a su casa. Cinco personas de la organización estaban igual y sólo me pude despedir de otras dos aparte de Matías. Margarita, callada niña que sufrió la misma suerte y que se estaba volviendo una gran amiga, no dio rastro al intentar buscarla. Si bien hemos conversado algunos días después, la calma en ambos no es tan real.

No sé si yo pase por esta suerte algún día. Lo único que sé es que en ese momento las palabras faltan y que el nudo que se te forma en el pecho no lo desenreda ni la persona más calmada.

Los quiero muchachos, les demostraré a todos lo que me enseñaron y que pase lo que pase todos seguiremos adelante. Aún cuando ya no estemos cerca físicamente.

Cambio y Fuera.


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