Nada

Vincent Van Gogh  (1889)
Los Lirios
Vincent Van Gogh (1889)

Joaquín la vio caminar por ese pasillo y aparecieron muchos recuerdos en su cabeza. Pudo ver en ella a otra persona y eso lo cautivo esbozando una sonrisa sincera. María sintió lo mismo, un cálido sentimiento de tranquilidad y simpleza hizo que el ambiente frío de una Lima cada vez más gris en Agosto sea irrelevante. Un beso en la mejilla y demás preguntas protocolares dieron inicio a la conversación mientras él abría la puerta de aquella cafetería en una clásica pero oportuna muestra de caballerosidad.

Las voces de otras personas, el sonido de cucharas mientras salen de una taza al darle vuelta al café,  preguntas de los mozos y demás eran sonidos realmente ensordecedores. Sin embargo, al tener una química más que perfecta desde su encuentro, lo único que escuchaban era el silencio de sus miradas y las agradables coincidencias en temas de conversación que afloran una y otra vez sin pausa haciendo que los minutos sean simples números.

Mencionaron lo que habían realizado en todos esos meses, aquellos cursos online, aquellos proyectos terminados y floreció la sensación que no había pasado el tiempo. No existían diferencias, solo coincidencias. Aquellas que en alguna vez los había llevado a divertirse largos fines de semana sin explicación alguna.

Empezaron a recordar aquel viaje tan planificado que salió mal, se reían al recordar alguna discusión en donde uno pudo haber reaccionado muy fuerte. Detallaron historias que antes no podían contarse y explicaron situaciones que hacían que uno se sorprenda del otro para luego terminar riendo. Al darse cuenta habían pasado algunas horas, el café se había enfriado y las personas ya no eran muchas a su alrededor. Fue entonces en donde ambos se miraron y decidieron que ya era tiempo de irse. María pidió un taxi y Joaquín se encargó de acompañarla a la puerta del mismo. Ella lo miró, le dio un beso en la mejilla y con un inmenso abrazo, pudo decir aquella simple palabra que significa mucho:

- ¡Gracias!


Mientras el auto desaparece al avanzar, María había entendido que dos conocidos que fueron pareja no necesariamente tiene que volverse extraños. En algún momento fueron uno, así sea en pensamiento, y eso nunca terminará. Joaquín siempre prefirió que ella formase parte de su vida de una forma u otra sin que ella deje de ser feliz. Eso demuestra el real amor que se le tiene a alguien y que la capacidad de conversar no tiene porque verse afectada.

Joaquín llega a un bar y se encuentra con un grupo de amigos y su futura esposa mientras bromean de diversas cosas. Por su parte, María llega su departamento y da un afectuoso beso a su esposo mientras deciden que pedir para cenar y pasar juntos aquel sábado en la noche. Ninguno de los dos recordó lo sucedido en la tarde a pesar de haberla pasado muy bien.

Las páginas de una historia arman el libro de nuestras vidas; sin embargo, siempre es necesario cerrar algunos capítulos para poder comenzar otro. Escribe todas ellas respirando con tranquilidad. Avanza.

Cambio y fuera

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