Mar de situaciones



Mientras Fabiola cierra aquella puerta, el taxi pedido por aplicativo avisa que ya se encuentra afuera. Se despide amablemente del portero y el conductor la recibe con una sonrisa mientras le ayuda con las maletas y abre la puerta del asiento trasero. Esa mañana veraniega es testigo de cómo se cierra aquella gran puerta de vidrio con la numeración mientras un familia corre para poder entrar. Antes de partir, Fabiola mira hacia a la ventana de un departamento superior y un niño la saluda sonriente, ella corresponde el saludo para luego ver como un adulto llama al niño. Fabiola sonríe, suelta una lagrima y su auto parte hacia el aeropuerto.

José dice "gracias" mientras unos cuantos aplauden y otros se quedan mirándolo seriamente sin decir nada ya que son sus miradas juiciosas los que definen lo que intentan expresar. Es su tercer show en ocho meses, siempre con poquísimas personas y muchas de ellas se van sin siquiera llegar a la mitad de la presentación. Su intento de ser comediante parece caerse y al terminar la obra regresa a cambiarse a su camarín pero encuentra algo en la mesa que lo hace quedarse en silencio por varios minutos.

Pablo intenta explicarle a su novia porque llegó tarde a su compromiso familiar y porque luce tan sudado. Él prometió llegar temprano aún cuando ella le advirtió que ese partido con sus amigos podría tomarle más tiempo. Ella está cansada de la situación, indica que siempre le presta más atención a sus amigos que a verdaderos compromisos. Lo mira directamente y con desesperanza le dice: "Nunca dejas de sorprenderme". 

Mauricio lleva toda la tarde tratando de cocinar aquel platillo que vio en ese tutorial de Youtube pero no logra que el sabor sea como él lo desea. A sus cortos 15 años está solo en casa y quiere demostrarles a sus padres que puede realizar algo sin ayuda alguna y así fortalecer aquel ego rebelde de adolescente que aprende a ver la vida con sus propios ojos. Después de muchos intentos, logra terminar el platillo, lo prueba pero este tiene un sabor amargo muy asqueroso que lo termina botando a la basura. Lleno de frustración tira la cuchara al lavadero, maldice todo y se sienta golpeando la mesa.

Todas estas historias pasan frente a nosotros y hasta podemos ser protagonistas de las mismas, pero nos olvidamos que una historia siempre es contada desde una visión, pero es el contexto lo que nos permite apreciar detalles que dibujan lo que realmente pasó.

Fabiola se estaba divorciando desde hace dos meses y asistió a una reunión familiar para decirle a todos que la decisión estaba tomada. Ellos le dieron todo su apoyo y más cuando supieron que, por temas de salud, ella ya no podría tener un hijo y su esposo decidió dejarla en lugar de acompañarla. Una noche antes compró pasajes para Tailandia, siempre quiso ir y no le importó el costo ni las escalas, lo hizo para salir lo más pronto posible. Dijo lo que hizo en aquel almuerzo, se despidió de todos y su sobrino, el pequeño Paolo, le pidió, con cándida inocencia, que le traiga un elefante cuando regrese mientras la abrazaba muy fuerte. Al subir al taxi vio a Paolo desde la ventana y aquellas lágrimas fueron de felicidad de saber que estaba haciendo algo. No sabía si bien o mal pero que las personas que querían la acompañarán de una forma u otra.

José contempla que a mitad de su acto llega una pareja que en todo momento le miran seriamente y no se ríen. Al final fueron de los pocos que aplaudieron y eso le dejó intrigado. Melancólico por saber que un nuevo show no saldría como él quiso, lee aquella carta que encontró en su camarín que dice:
"Te hemos estado siguiendo desde hace meses. Solo falta que mejores el "punchline". Aún así, queremos que formes parte de nuestro grupo de comediantes en Argentina. Tendremos unas cuantas presentaciones en los próximos dos meses y necesitamos a alguien como tú. Eres bueno, creemos en tí. Cree en nosotros.
PDT: Lo último fue mentira, no creas en nosotros porque a veces todo lo tomamos a la broma, pero si creemos en tí. Espera, pero si no crees en nosotros no vendrías, entonces mejor si cree. Sin embargo... bueno, ¿vas a venir o no?"
José se termina de reír como hace mucho no lo hacía. El chiste fue malo, pero la noticia fue lo más genial que había oído en meses.

Pablo no fue al partido con sus amigos, decidió no decirle nada a su novia para sorprenderla y así tener tiempo suficiente para comprar varias cosas para hacer una parrilla ya que desde hace meses ambos no salen por sus ajetreados tiempos de oficina y a ella le encantan las carnes por lo que pensó que hacerlo con toda la familia sería la oportunidad perfecta. Al escuchar aquella frase que sale de los labios de ella, decide callarla amablemente y del ascensor salen dos muchachos trayendo dos pesadas bolsas con carnes, carbón y algunas bebidas más. Ella se queda sorprendida y él muestra su brazo que estaba oculto todo ese tiempo y le regala aquellos girasoles como cuando recién empezaban. Finalmente, solo atina a decir: "Tienes razón, siempre buscaré una forma de sorprenderte". La abraza, no dicen nada más, ella sonríe y entran al departamento con todo. 

Mauricio se encuentra molesto y al mirar de nuevo el video se da cuenta que había puesto dos ingredientes diferentes. Mira la cocina pero también el reloj y se da cuenta que ya es muy tarde. Pide algo por delivery y esto llega en 20 minutos y logra comerlo mientras mira calmado el video nuevamente. Se ríe de su error, saborea aquella hamburguesa y se da cuenta que solo faltaba un poco más. Al final, aprendió sentado en aquel comedor mientras veía su serie favorita que la vida es como cocinar, lleno de momentos amargos pero solo mejorarás si revisas que pudo haber sucedido mientras preparabas algo nuevo. Habrán momentos en donde la situación se resuelva fácil, como pedir un delivery, pero hay otras en donde tienes que resolverlo tú solo.  

Las historias son como las personas, siempre deben complementarse. Uno puede tener el concepto y visión de algo pero siempre se debe estar seguro antes de emitir un juicio ya que nunca sabremos qué hay detrás. Muchas veces la historia no se trata de blanco o negro, sino de una gama de colores que, si bien no pueden ser perfectos, son auténticos y muestran que todo tiene un porqué.

Depende de nosotros si queremos dar por terminado algo o seguirlo intentando. El hecho de equivocarse no significa que es el final sino que aquello es solamente una parte del proceso. No te avergüences de los errores, sería como avergonzarte de quien eras en aquel entonces, ahora ya conoces cómo hacer las cosas mejor. 

Nunca es tarde, siempre es tarde. A veces, con intentar es suficiente. Por ahora.

Cambio y fuera

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