El muro de los lamentos

"Otra vez Andrés" - Andrés Edery - 22/12/2017


Por alguna extraña razón, mi perfil personal de Facebook ha pasado a ser un mero formalismo y solo sirve para registrarme en mi app de streaming musical, bajar algún meme que no aparece o demora en aparecer en Instagram o para leer noticias de manera más rápida ya que mi perfil de Twitter (ahora X) también ha pasado a la obsolescencia debido a las constantes quejas que se ven y dañan mi salud mental. Facebook, como jugando, se ha vuelto solo un enlace más y ha dejado de ser un medio para encontrar distracción. Quizás lo más relevante que tiene está aplicación es que hace que recuerde algún cumpleaños. Nada más.

Caso contrario me sucede con Tiktok que, a pesar de ser famoso por los constantes "retos", bailes y demás, lo uso regularmente para presenciar videos de humor, recomendaciones de lugares a visitar o hasta ver partes de series y películas. Sin embargo, es bueno mencionar que no he realizado publicación alguna y desconozco a la gran mayoría de personas que me siguen y las que sigo. Disfruto el ser un simple espectador de la creatividad (muy envidiable) de muchísimas personas y de algunos que aprovechen la oportunidad en aconsejar desde impresiones futboleras hasta recomendaciones en temas maritales y personales. De estos últimos hay que tener mucho cuidado ya que nunca falta algún charlatán por ahí. ¿Si o no mi "compa" o amiga que no quiere "ser mujer del proceso"?.

De una u otra forma, todas estas redes coincidieron en momentos álgidos que vivió el país hace algunos años por lo que me fue muy difícil alejarme de estas al tratar de buscar una pausa a tanto bombardeo de contenido, muchas veces, con un fin proselitista más que informativo. Muchas "amistades" y amigos (en el sentido amplio de la palabra) terminaban cayendo directa o indirectamente en la atolondrada coyuntura electoral y compartían sin pudor mensajes de todos los calibres en una interminable guerra de teclas por demostrar quién tenía la razón. Lo curioso, es que 8 de 10 peruanos no apoyábamos a ninguna de las dos opciones y estábamos tan sumergidos en "querer tener la razón" que se nos olvido tan importante detalle. Sin querer queriendo todos caímos en un juego en donde, al final, los verdaderos beneficiados no movían ni un solo dedo y se jactaban de las peleas mientras, entre ellos mismos, negociaban con total desparpajo su próxima jugada en algún despacho congresal una y otra vez siendo nosotros los que realmente pagamos las consecuencias.

Las redes sociales se volvieron en aquella pantalla en donde se publicaba mucho más, pero se hablaba cada vez menos. Se convirtió un real "muro de los lamentos" en donde cada perfil era una trinchera lista para realizar el disparo al menor movimiento fallido del otro bando que amenace cualquier acercamiento. Simplemente, se usaba más el hígado que el cerebro.

Hoy, a puertas de años electorales, acepto que tengo mucho miedo. No solo por ver como amistades, familiares y conocidos vuelvan a caer inconscientemente en ese juego y se destrocen los unos a los otros, sino que ahora las plataformas ya mencionadas se usen nuevamente y en altas cantidades para dichos propósitos. En tiempos en donde el celular se usa hasta para pagar lo que se compra en una bodega,  la proliferación de mensajes de odio estará a la orden del día.

No sé quienes postularán y a estas alturas ya ni se puede decir que "hay un mal menor", pero lo que si tengo seguro es que el voto que se realice se hará por alguien que fue influenciado por su entorno y su realidad, pero que de ninguna forma será el voto reflexivo, consecuente y adecuado. Esto es quizá el gran impuesto a pagar por vivir en un país tan maravilloso como desesperante llamado Perú.

Lo digo con anticipación, el estar al margen de las peleas no me convierte en un "tibio" (por que ahora las etiquetas ya no solo se hacen en las fotos sino a las personas) o en alguien ajeno a todo lo que pasa al mi alrededor; sin embargo, por todo lo aprendido en las últimas elecciones y especialmente en mi vida personal, el cuidarme a mi mismo, al entorno que realmente aprecio y a mi salud mental se ha hecho una prioridad. El que no esté de acuerdo contigo, no quiere decir que esté contra ti.

Lamento decepcionar a muchos y agradezco el haber ganado el respeto de otros, pero espero mediante la publicación de este post con bastante anticipación que, sea quien sea que gane, sus seguidores puedan entender que lo que realmente deseamos en mucho tiempo es el que podamos unirnos por algo en común: el país. Cómo se dijo el 08 de Agosto de 1990: "Que Dios nos ayude". 

Cambio y Fuera.

"It's an experience, sweet, delirious
Supernatural, super serious"

Comentarios

Los post más leídos

¿Bailamos?

Las 5 peores canciones de Arjona

Un sueño Mundial - Episodio II: El imperio Inca Contraataca

CAPITULO I: Invitarla a Salir