Luchona

Mafalda.
Autor: Quino


Siempre fui de esos que no se metían en temas religiosos, pero me fascinaban las imágenes y todo lo que implican esos asuntos dogmáticos. Los milagros, la fe, la esperanza, los ángeles, un ser superior divino que nos juzga, son cosas que a veces no me entran en la cabeza por estar enfocado en lo estrictamente racional. Sin embargo, me considero un "agnóstico bamba" porque igual rezo en momentos solemnes, me persigno antes de salir de casa y a veces termino cumpliendo todas las actividades religiosas a las que me invitan.

En este marco de fidelidad a un ser superior, la vida después de la muerte es algo muy común, y cuando llega el momento en que alguien tiene que partir, nos desmoronamos en plegarias hacia ese ser superior esperando que pueda revertir su "decisión". Lamentablemente, muchas veces eso no pasa y no queda más que aceptar, sentir y entender que esa persona ya no estará físicamente a nuestro lado.

Todo esto puede sonar razonable hasta cierto punto (y hasta usted que lee este texto puede discrepar), pero cuando sucede el trágico momento en que alguien a quien apreciamos ya no va a estar con nosotros, es innegable que el silencio termina siendo el ruido más fuerte que escuchamos y el golpe más duro que podamos recibir. Eso me pasó cuando ella se fue.

Su nombre era Lucía, de cariño era "la amiga Luchi" y para otros era "Luchita", pero lo que todo el mundo olvida es que ella era realmente una "luchadora" que venció interminables y difíciles batallas una tras otra, hasta que hubo una en que ya no era necesario luchar, sino simplemente dejarse llevar. Luchita era alguien con una condición especial, pero ella misma se encargaba de que eso no se notara en lo más mínimo. Su determinación, coraje y capacidad de superación es algo que muchísimos desearíamos tener. No importaba si vivía lejos del trabajo, era la primera en llegar; tampoco si no podía movilizarse por sí misma, ya que ella pedía un taxi, cuidaba a su madre, compró activos y tuvo una vida más que placentera y alegre (ella hizo puenting, ¿pueden creerlo?). Es quizás esa misma alegría que transmitía en cualquier momento lo que la hacía alguien tan valiosa como única.

"Amiga Luchi", hay tantas historias y risas que compartimos que escribirlas harían este post interminable, pero hay muchas más que me hubiese gustado que no quedaran truncas. Sé que las verás desde arriba y sonreirás de esa manera en la que nosotros nos burlábamos antes que nos lances una frase directa, puntual, pero tan lapidaria que solo nos quedaba aceptar que ganaste. Cómo me hubiese gustado que estuvieras cerca para que pudieras ver todo lo bueno que se nos viene a todos los que te queremos y crecimos por ti. Siempre pensé que la frase "deja un hueco difícil de llenar" era un simple cliché, pero tú has sido alguien que ha hecho que entienda cada una de esas palabras.

Han pasado solo algunas semanas y recién puedo hablar del tema con mucha más calma. Estoy seguro que te hubieras burlado de mi sensibilidad y me hubieras dicho una frase graciosa para seguir adelante. Así lo haré, porque sé que tú alentarías a que lo haga. ¿Sabes?, a consecuencia de la última vez que estuvimos juntos físicamente en aquella desgarradora, pero solemne ceremonia que se hace en este tipo de circunstancias, me he permitido ir a la iglesia un par de veces más y recordé cómo se rezaba con fe. Aquella figura de que un ángel me cuida ya no es tan lejana pensando en ti.

Te voy a extrañar mucho "amia Luchi", pero me alegra saber que tienes la paz y tranquilidad que solo alguien con el inmenso corazón que tenías se merece. Hasta que llegue aquel instante esto es solo un hasta luego. Te quiero.

Cambio y fuera.

"I know that life won't break me
When I come to call, she won't forsake me
I'm loving angels instead"

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