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Vecino

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Es lunes y se me hizo tarde para ir al trabajo. Tomo el café rápidamente aunque eso implique que me queme un poco la lengua. No me pongo la corbata porque no hay tiempo, así que la tiro en la mochila (morral, como quieran llamarla) y corro hacia la puerta para ir al trabajo. Al asegurarme de cerrar bien la puerta, levanto la mano y saludo cordialemnte a la desquiciada señora que lava su ropa a las 11:00 PM y que vive al frente. Camino unos cuantos pasos y digo un cordial "bueno días" al señor que vive a unas cuantas casas de mi casa y que ni siquiera sabe mi nombre. A punto de cruzar la avenida, veo en el paradero a chicas muy simpáticas y atolondradas que ni sabían que existian en el vecindario, así como adolescentes malcriados escapando del ingreso al colegio. Todos ellos, son mis vecinos.

CAPITULO IV: El Cretino Sentimental

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La fría noche limeña parecía mejorar para Ramiro y quien habla, pero para Anthony la cosa no estaba muy alentadora. El estaba en su departamento un poco más calmado pero con la tristeza de saber que aquel sábado en la noche no saldría a comer algo para distraerse como usualmente lo hacía con Giannina.

CAPITULO III: Improvisemos

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Los días pasaron rápido y sin darnos cuenta el sábado llegó. El invierno en Lima ya había empezado por lo que el apelativo "Panza de Burro" a la capital le caía a la perfección. El clima estaba muy nublado y las calles estaban mojadas producto de esa característica garúa que hace que sea un placer el caminar por el asfalto. El sonido de los carros pasando por la pista mojada era agradable, una agradable melodía de libertad. Las personas caminan más rápido, como de puntillas para no mojarse, acomodándose sus bufandas hasta la boca para abrigarse un poco más. En nosotros, el invierno había llegado unos cuantos días antes, y es que el ambiente era muy frío. Anthony estaba insoportable producto de la infidelidad de Giannina lo que lo había vuelto desconfiado hacia cualquier mujer por lo que el buen Ramiro ya tenía miedo de hablar de la salida que tendría esa noche con Melissa. Llegada la noche de aquel sábado, Ramiro se alistó muy rápido y sin pensar, ya que el hacer eso le e

Historia de pasajeros

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Eran las 9 de la noche y aquel frío atroz me golpeaba en el rostro y me perforaba hasta calar en mis huesos. Estaba con los brazos cruzados, juntando mi mentón a mi pecho y quejándome de que me había olvidado mi chalina negra en mi cajón. "No la necesitaré" dije a las 7:50 AM cuando me alistaba para ir al trabajo. Ahí, parado en ese paradero (valga la redundancia) del ovalo Miraflores, intentaba pensar en que pasaría si ese sujeto del peinado extraño caía al montar su Skate en medio de la avenida.

CAPITULO II: Detalles

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Aquel reloj del gato Felix en la pared azul de su cuarto, era el único testigo de la indecisión del buen Ramiro. Si bien Melissa ya había aceptado para salir, él se agobiaba ya que no sabía como y que iba a hacer al hablarle. Los segundos se movían al compás del "tic tac "cadencioso de la cola y los ojos del buen Felix. Ramiro ya no sabía en qué pensar ya que ahora su inseguridad afectaba la conciliación de su sueño. Su cuarto no era grande pero tampoco pequeño, un ropero semi-ordenado y una mesa donde ponía su computador era lo que más ocupaba espacio. En su mesa de noche, se encontraba aquella colonia que compró en una bazar por no tener mucho dinero, su billetera y unos lentes de sol que compró cuando viajó a Trujillo en verano estaban celosamente guardados en uno de los tres cajones que tenía. Unos audífonos conectados al celular se encontraban desparramados en el resto de espacio que le quedaba tapando el nombre de aquel libro que nunca pudo, ni quiso, terminar de leer.