El lugar de los secretos
Después de los taxistas, son quizás aquellos feudos cuidadosamente adornados los que más conocen en cada rincón el apasionado ser de parejas y/o aventurillas del momento en nuestra querida capital. Algunos adornan principales avenidas con sus coloridos mensajes ofreciendo sin pudor los precios y beneficios de su hospedaje así como hay otras, mucho más discretas, que indican con banderillas o carteles con una "H" (y unas sigilosas estrellas que no pasan de ser 3) que la zona para el confort está lista y que todo se resume al tomar decisiones. No son sutiles y no pretenden serlo, simplemente aparecen ya que hay una considerable legión de usuarios que se escabullen entre los caminos sigilosos de la tranquilidad y el placer a tener en unas cuatro paredes la libertad necesaria que no ofrece, curiosamente, su mismo hogar. Recuerdo la primera vez que intenté ir a uno y dije sin pudor aquella invitación barata del "vamos a un lugar más cómodo" a mi compañera de aquel enton