El Rodillo
En espera del año nuevo, me he dado cuenta que el 90% de personas se les ocurre pintar su casa y/o limpiarlas totalmente, todo esto con la idea de recibir el año nuevo totalmente limpio y para estar renovado. Este ritual, por así decirlo, se repite todos los años una y otra vez y es increíble la cantidad de basura que uno puede encontrar en su cajón.
Decidido a olvidar el 2010, me puse a revisar mis cajones y a botar lo que no servía. Polos antiguos y sin uso, ropa nueva que jamás me la pondría, papeles de trabajos universitarios que quedaron en stand by, post de blogs sin terminar (estos no han sido botados, están en un rincón para ver la luz algún día); y un largo etcétera. Lo curioso es que todo ello era de años anteriores y había muy poco, casi nada, del 2010.
El año pasado ha sido un año muy fuerte para mi, desde perder un familiar hasta hacer algo que no me gusta y pensar que no soy bueno; y si soy bueno... soy un "bueno para nada". Pero aún con todo ello, estaba ahí en mi cuarto, sentado en frente de una cómoda pequeña el 31 de diciembre limpiando mis cosas. Habia acabado el maldito 2010.
Fue en ese momento que decidí romper las pautas e irme con unos amigos a pasar año nuevo a la playa. Nunca lo había hecho, así que sería una buena premisa lo de "año nuevo, amigos nuevos, costumbres nuevas". Y fue así.
Si bien ha pasado la primera semana del 2011, me siento totalmente distinto. Aquella esperanza de antes y ganas de hacer las cosas bien han vuelto en mi, no sé si fue por el trago que tome ese día (y que hizo que quede inconsciente en la madrugada) u otra cosa, han hecho que me sienta con más fuerza y confianza. Debe ser la emoción del propio año, tal vez.
Aún así, las buenas ganas nadie me las quita y el saber que este año haré cosas que no he hecho antes, como que le da algo de emoción.
Decidido a olvidar el 2010, me puse a revisar mis cajones y a botar lo que no servía. Polos antiguos y sin uso, ropa nueva que jamás me la pondría, papeles de trabajos universitarios que quedaron en stand by, post de blogs sin terminar (estos no han sido botados, están en un rincón para ver la luz algún día); y un largo etcétera. Lo curioso es que todo ello era de años anteriores y había muy poco, casi nada, del 2010.
El año pasado ha sido un año muy fuerte para mi, desde perder un familiar hasta hacer algo que no me gusta y pensar que no soy bueno; y si soy bueno... soy un "bueno para nada". Pero aún con todo ello, estaba ahí en mi cuarto, sentado en frente de una cómoda pequeña el 31 de diciembre limpiando mis cosas. Habia acabado el maldito 2010.
Fue en ese momento que decidí romper las pautas e irme con unos amigos a pasar año nuevo a la playa. Nunca lo había hecho, así que sería una buena premisa lo de "año nuevo, amigos nuevos, costumbres nuevas". Y fue así.
Si bien ha pasado la primera semana del 2011, me siento totalmente distinto. Aquella esperanza de antes y ganas de hacer las cosas bien han vuelto en mi, no sé si fue por el trago que tome ese día (y que hizo que quede inconsciente en la madrugada) u otra cosa, han hecho que me sienta con más fuerza y confianza. Debe ser la emoción del propio año, tal vez.
Aún así, las buenas ganas nadie me las quita y el saber que este año haré cosas que no he hecho antes, como que le da algo de emoción.
Mi vida era una casa descolorida y falta de vida, este año ha venido con un gran lote de colores y combinaciones que poco a poco se van combinando, teniendo como pintor al destino que al agarrar el rodillo de la esperanza hace que la casa retome su vida y esencia.
Termino de escribir este post en una banca de San Borja Norte, hay gente que pasa corriendo o paseando a su perro mientras termino de tomar algo. Cierro el cuaderno y prendo una canción en mi celular que me hace sentir bien en este día soleado mientras camino hacia casa por este camino (vale la redundancia) lleno de arboles a los costados y brisa de verano. Vamos por el cambio, ¿te animas?.
Cambio y Fuera
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