Mi sueño

Me gusta caminar contigo por el mismo sendero. Ver como te ríes de las tonterías que hablo y como esa sonrisa hace que olvide todos mis problemas. Tu mirada muestra esa inocencia que yo he perdido, esa frescura que llega con los aires en la brisa del mar y esa cadencia de las olas cuando el mar esta tranquilo.

Tu voz es muy fina y delgada, casi como el sonido de un ratón travieso en busca de su queso. Tu personalidad es simple como la mañana dominical de un niño de 10 años y tu cuerpo es tan fino como si estuviese hecho de hojas de abedul.
Cuando llega el aire con fuerza, tiendes a levantar el rostro y dejarte despeinar, levantar los brazos como si cogieses el aire con las manos. Como si el techo fuera el cielo y lo estuvieses tocando, tal como un ave que emigra de su nido y piensa que todo el mundo es suyo.
Ansías tu libertad, pero te abrume el tenerla de un momento a otro; por eso vives con paciencia. Te gusta estar ocupada en todo y a la vez en nada. Te gusta escuchar música mientras vas en el bus y te gustan los libros ordenados en tu mesa.
Te gusta estar en familia y ver televisión con ellos, costumbre perdida por la mayoría de mortales de este mundo (me incluyo), mientras comentas como estuvo tu día con algún primo o familiar cercano.
Luego de ello me imagino acostándote en tu cama, cerrando los ojos, sonriendo de manera traviesa e inocente y pensando en el que harás mañana. Soñando, tal vez, que estás montada en un corcel blanco que sobre vuela las nubes mientras yo sueño estar en ese sueño y ser el jinete de ese corcel mientras me abrazas.
A la larga todos son sueños, y me alegra haber soñado contigo. Pero aún estando despierto, quiero seguir soñando contigo en ese mundo de felicidad. Un sueño que se hace realidad, cuando hablo contigo. Gracias por ser mi sueño.
Cambio y fuera.


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