Demasiado bueno para rendirse
Desde hace meses, lo más bonito de mi semana se volvió una hora de los martes y ahora es la primera de mis sábados. No necesitaba prepararme mucho, solamente tenía que estar con mis cinco sentidos ahí, en ese instante, en ese todo y nada. Estar presente para poder conectarme conmigo mismo. Recordaba aquellos años maravillosos, los sucesos más loables, las proesas más emocionantes y los fracasos más dolorosos. Conectaba mi presente con el pasado para poder entender lo que me depara el futuro. Conjugaba mi corazón con mi cerebro, mi piel con mi sentir, mi alma con materia. Respiraba y era conciente de ello.
Admito que la mejor sensación es la de no sentirse solo. Y es que hay una enorme diferencia entre estar solo y sentir la soledad ya que la segunda es más dolorosa al no ser una elección. En el caso de la mayoría de hombres, estar en soledad es algo más usual de lo que parece. Es tan normal que forma parte de nuestro día a día, no nos damos cuenta y no debemos quejarnos de ello porque "nos lo aguantamos y ya" (machismo puro). Hay momentos en el mismo día en dónde el celular no recibe notificaciones, no llegan mensajes, llamadas, no hay salidas, no hay nada y aún así buscas el despejarte para poder sentirte bien ocupando el tiempo en diversas actividades. Sin embargo, cuando llega esa sensación de soledad, las actividades antes mencionadas se hacen monumentalmente abrumadoras y si no estás preparado en lo absoluto, te desmorones ante ellas.
Esta sensación no la notas cuando estás en una etapa de tu vida en donde los quehaceres diarios no te permiten preguntarte "qué sucede", no hay pausas y sientes estar montado en un carrusel sin límites. No importa quién te invite a salir, que vayas a hacer o cual es el plan, tú buscas de una u otra forma acompañarte, salir de casa, hacer "algo" que no necesariamente te aporte mucho a tu vida. Se confunde el vivir con perder el tiempo. Lamentablemente, esto es algo necesario por lo que debemos pasar para poder valorar nuestras acciones, lo que hacemos y entender lo que buscamos hacer. El volverse más consiente de todo funciona solo si eres lo suficiente abierto para conocer tus límites.
Eso si, aclaro que no está para nada mal tener un momento para uno mismo y hacer sus cosas en solitario. Mi caso era particular ya que percibía una gran sensación de estancamiento y constante hartazgo por lo que veía a mi alrededor. Habían amigos, familiares, planes, conversaciones y/o actividades de ocio en casa y hasta fuera de ella, pero aún así nada complementaba aquella peculiar sensación de que "faltaba algo". Es así que, impulsado por los estragos de la pandemia, decido conversar con amistades de todo lo mencionado anteriormente por lo que termine llegando a la conclusión de que necesitaba a alguien que me pueda ayudar a ver más cosas. Es ahí en donde aparece mi psicóloga.
Admito que el comienzo fue una gran interrogante ya que las conversaciones parecían no llegar a nada. Sin embargo, estaba haciendo algo que hace mucho no hacía: conversar. La carencia de comunicación en mi vida era tal que las sesiones se volvieron no solo satisfactorias emocionalmente, sino físicamente. Me levantaba más temprano, tendía mi cama, me bañaba para cambiarme a pesar de que no iba a salir, me engreía. Además, me sorprendió saber que aquellos pensamientos que tenía sobre la vida no eran tan lejanos a la realidad, que no era un simple soñador, sino que mi manera de afrontar el mundo es tan peculiar que no significa que esté mal. Simplemente, tengo una visión diferente.
Eso si, lo menos satisfactorio de esta etapa de revelación es darte cuenta que muchas personas no eran como realmente pensabas por lo que tu circulo se hace más pequeño, más selecto, pero más eficiente y de calidad. No obstante, esto no te entristece, aprendes a agradecerles ya que formaron parte de tu vida cuando y dónde debían estar. A todos ellos, sin excepción, les agradezco enormemente formar parte de mi vida, pero más que se hayan ido.
Sentado en esta cafetería de Barranco que descubrí hace meses y que ahora me sirve para escribir algunos post, se puede apreciar como mucha gente pasa por nuestras vidas por segundos, sin saber realmente cual será su aporte. Todo ello me llevó a una gran conclusión: muchas serán las personas que pasen, pero pocas serán las que realmente se quieran quedar. Quizás, lo más doloroso, es que quieres que algunas se queden, pero ver como se esfuerzan para irse solo confirman que lo mejor es ya no gastarse.
Muchas gracias "Guti" por tu gran aporte y por hacerme ver nuevos caminos. Gracias a los que leen estas líneas y gracias a los que conociéndome, quieren y se esfuerzan en quedarse. Quisiera que se queden todos, pero depende de ustedes querer quedarse.
Finalmente, el sentido de este texto es para decirles que cuiden su salud mental. Espero que esto pueda motivar a romper los paradigamas y crear alguito de conciencia sobre el tema. No está mal no poder resolver algunas cosas por tu cuenta. Habla.
Cambio y Fuera
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