Vagabond

Cuando era niño, mi vida sólo se resumía en las tareas de Personal Social, jugar con los juguetes en la terraza de mi casa con mis amigos o salir a pasear en bicicleta. Pero una historia aparte para todo niño es la manera en que descubre el deporte que nuestros padres, hermanos, primos e incluso algunas mujeres, tienen fe a pesar de ser desilusionados una y otra vez: El fútbol. En el año 1997, lo único que sabía de deportes en general era que Brasil era un equipazo de fútbol y Michael Jordan era un dios del basketball. Era simpatizante de un equipo de fútbol Limeño tradicional sólo para que mi hermano mayor no me agarre de saco de arena y me propine golpes arremedando el conocidísimo "Meteoro de Pegaso". Obviamente, esto juego no era muy disfrutado por mi pequeño ser. Era el 8 mayo de 1997 era para mi un día común y corriente. Pero por alguna extraña razón, me llamó la atención que mis hermanos estaban viendo el televisor muy atentos un partido de fútbol. Cuando uno es

Hace algunas días, estuve reunido con un grupo de amigos de la universidad (curiosamente sería la última vez que estaríamos todos reunidos ya que uno de ellos se iba a buscar su vocación en otra institución) y empezamos a recordar viejas bromas y situaciones incomodas de cada uno mientras hacíamos un comentario sarcástico de la situación. Unas latas de cerveza y el humo del cigarro hacían del momento algo bohemio y, principalmente, entretenido.

Aún no acaba el año, pero ya algunas personas evalúan los que les ha pasado en este 2009. Lo aprendido, lo perdido, lo ganado, lo que ha vuelto a ser como antes. Esto último es curioso porque pasa muy pocas veces, es rarísimo que algo sea como antes después de haber pasado tanto tiempo. A lo largo del año he conocido muy buenas personas como algunas totalmente desagradables. Pero felizmente me siguen acompañando personas que (Gracias a Dios) habrán cambiado algo, pero siguen siendo lo que alguien busca en una persona: alguien con quien contar. Siguen siendo ellos mismos. En estos días "recuperé" a una persona. Mentiría, amigo lector, si le digo que no me emocioné al volver a hablar con esta persona a pesar de haber pasado ya algunos meses del alejamiento. El saludo fue el mismo, las preguntas básicas tuvieron la misma respuesta. Fue monótono, pero muy agradable volver a esa tendencia.

Este fin de semana fue increíble: jamás creí que iba sentir tanta rabia, impotencia y un conjunto de sensaciones que son difíciles de plasmar en unas cuantas palabras para llenar este post; pero haré el intento para que entiendan (o se acerquen siquiera) a lo que me refiero. Todo empezó el día viernes. Arturo "el zambo" Cavero nos dejaba. Dejaba para el recuerdo la canción criolla más emblemática que ha tenido el Perú en los últimos 20 años llamada "Contigo Perú". Una canción que refleja el orgullo por tu país y además por ser cantada por este gran cantante y ,su gran amigo, guitarrista Oscar Aviles, quienes le dan un sentimiento totalmente indescriptible que va más allá del patriotismo.

Los tan mentados "asuntos del corazón" son simplemente algo tan importante en la vida de uno como no lo son. Me explico mejor, digamos que es lo importante de lo menos importante, pero a la vez esto se va al piso cuando uno se pregunta “¿Se puede vivir sin amor?” (Pregúntenle a Calamaro) Más que nada, no hay nada más desagradable que la sensación de no haber cerrado algo, que el circulo todavía sigue abierto; que todavía sigues pensando en eso cuando ya no deberías, pero se te viene a la mente por el simple hecho de que "con el (la) todo era diferente". Hoy hablaré por primera a vez de una historia de amor, no soy muy partidario de esto pero todo cobrará sentido al final. Rubén es un chico tranquilo, para ser un adolescente de 17, se esta preparando para la universidad pero su objetivo es estudiar arquitectura. Tiene un hermano mayor llamado Diego que tiene una relación con una chica que no es muy bien vista por su familia. Pero a pesar de ello, Diego y su par