Lo Pendiente
Sentado en el cubículo color casi plomizo de la oficina, redacto desesperadamente 4 correos al mismo tiempo que servirán para aniquilar aquellos temas pendientes que fueron marcados con "banderita roja". Debo admitir que siempre he sido maniático de terminar todo el mismo día y de no dejar nada para el futuro; sin embargo, me he dado cuenta que esto es imposible ya que día a día siempre se tiene que resolver cosas enganchadas con labores realizas los días pasados. Mi jefe, algo pensativo, se acerca y me dice una frase que, al inicio, me asustó un poco: "¿Tienes un minuto?. Hay algo de lo que debemos conversar". Al escuchar estas palabras pensé que había malogrado algo o que simplemente era el fin de mis días en el trabajo. Los pensamientos volaban una y otra vez mientras él hablaba. Solo lo veía gesticular ya que lo único que escuchaba eran mis pensamientos llenos de temor y hasta pensaba en como iba decir en mi casa que volvería a ser un mantenido. Fue en