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La asombrosa travesía de un último baile que no se dio

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Pedro llega muy tarde al matrimonio de su amigo Andrés y se sentía algo avergonzado. Sus amigos están reunidos en la mesa y se da cuenta que todos estaban emparejados. Usaba aquel terno que solo se lo ponía para las entrevistas de trabajo ya que no tuvo dinero para comprarse otro. Con mucha suerte, solo alcanzó a comprar aquella camisa blanca y una corbata azul las cuales combinan perfectamente y lo hacían ver relativamente decente. Se sentía algo aburrido y si bien los demás chicos estaban motivados, decidió caminar hacia una pequeña barra instalada en la esquina izquierda y así empezar a tomar algo suave mientras miraba cómo la gente bailaba en plena "hora loca" entre pica pica, corbatines de tela, gafas de plástico y demás chucherías al sonar el único éxito de un grupo improvisado peruano llamado "Los Borgia". En ese mar de situaciones, en esa incontrastable variedad de matices de personalidad adornadas de corbatas prestadas, ternos nuevos que estaban siendo

Los Goles más gritados de Perú

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Los goles de Perú en la selección son un recuerdo agridulce. Algunos significaron una alegría momentánea y otros fueron una gesta heroica digna de mostrarse en un museo. El país siempre ha manifestado una conexión especial con el fútbol que sabe transformar algunos años de historia en 90 minutos de fe. Al final, todo se resume en que el fútbol es, de una u otra forma, un acto de esperanza inquebrantable que logra reunirnos en calles, tribunas y plazas manifestando un patriotismo que no arregla nuestras problemas pero tampoco los empeora. En tal sentido, he  intentado resumir todo ello en algunos goles que en los últimos 40 años han podido unir a propios y extraños con una mágica expresión: "Gol peruano". Eliminatorias México 1986: Perú - Argentina Gol de Juan Carlos Oblitas El contexto era el siguiente: Perú tenía un buen equipo pero estaba complicado en la clasificación y necesitaba ganar los dos siguientes partidos para clasificar directamente al mundial y ambos eran contra

Mar de situaciones

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Mientras Fabiola cierra aquella puerta, el taxi pedido por aplicativo avisa que ya se encuentra afuera. Se despide amablemente del portero y el conductor la recibe con una sonrisa mientras le ayuda con las maletas y abre la puerta del asiento trasero. Esa mañana veraniega es testigo de cómo se cierra aquella gran puerta de vidrio con la numeración mientras un familia corre para poder entrar. Antes de partir, Fabiola mira hacia a la ventana de un departamento superior y un niño la saluda sonriente, ella corresponde el saludo para luego ver como un adulto llama al niño. Fabiola sonríe, suelta una lagrima y su auto parte hacia el aeropuerto. José dice "gracias" mientras unos cuantos aplauden y otros se quedan mirándolo seriamente sin decir nada ya que son sus miradas juiciosas los que definen lo que intentan expresar. Es su tercer show en ocho meses, siempre con poquísimas personas y muchas de ellas se van sin siquiera llegar a la mitad de la presentación. Su intento de ser come

Despega, bombardero

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Claudio Pizarro es la imagen del fútbol peruano en toda su expresión. Hago esta osada declaración por que lo es así si analizamos todo el contexto: representa lo malo y lo bueno, la superación y la caída, lo que queremos, podemos y no deseamos ser en este deporte. Claudio Pizarro termina siendo todo eso simplemente siendo él mismo. Odiado por muchos por su más que evidente fracaso con la selección y querido por otros por su indiscutible éxito internacional a nivel de clubes, te guste o no, hablar en Europa de Perú es hablar de Claudio Pizarro y luego vienen los demás. El adiós de Pizarro muestra una contradicción que irónicamente termina siendo satisfactoria para el hincha peruano promedio: con mundial pero sin presencia en ligas importantes. Los sábados en la mañana se volvió usual que muchos peruanos sintonicen la Bundesliga solo para ver cómo le fue a Claudio Pizarro. Acostumbrado a hacer goles hasta el cansancio con el Bayern Munich, la cuota goleadora de "El bombardero de los

Los amigos que perdí y los contactos que gané

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Hace un tiempo, decidí pedir un día adicional de descanso en el trabajo a fin de disfrutar de aquellos placeres tan simples que he dejado pasar. Un desayuno con calma, ver televisión sin ver la hora o hasta caminar por una cuadra de mi casa a comprar cualquier bocadillo que se me plazca fueron las actividades que me acompañaron entre otras más.  Admito que soy alguien medianamente ordenado y parte de ese orden es no acumular cosas innecesarias en mi cuarto y/o cajones por lo que en días libres, como aquel, más me concentro en realizar otras cosas que ordenar todo lo material que pueda estar a mi alrededor.  Es por ello que decidí innovar y  empecé a clasificar algunos archivos de mi PC y luego entré a mis descuidadas redes sociales para revisar contactos y demás. Grande fue mi sorpresa al ver que tenía más de 100 contactos en whatsapp, 250 en Facebook, unos no despreciables 150 en Instagram sin mencionar a casi ciento y tanto más en Twitter. Cantidades llamativas pero muy irreales